miércoles, 30 de mayo de 2007

Superviviente o hámster

Tras muchos dejándome la piel en una gran multinacional y con la piel, gran parte de mi tiempo libre y de mi vida personal, sólo al final conseguí darme cuenta de que nadie iba a agradecerme nunca el sacrificio que mi trabajo suponía a mi familia y la de tiempo que le ha robado y que ya nunca se recupera.

La vida en una de esas empresas, además de ese sacrificio personal, supone sobrevivir en un mundo de intereses donde lo único que cuenta es tu habilidad para entrar y salir de los despachos, dejando en un segundo o tercer plano tus habilidades o experiencia profesional y por supuesto el sentido común. Y como en cualquier aventura de supervivientes, salvo contadas excepciones, no hay amigos si de lo que se trata es de aplicar tu propia estrategia para salvar tu vida.

Yo conseguí sobrevivir a la aventura de una de estas “islas” multinacionales durante más de 11 años, hasta que las condiciones para sobrevivir fueron tan extremas que la única lucha posible que tenía a mi alcance era aliarme a un enemigo sin escrúpulos, momento en el que tuve que decidir entre mantenerme fiel a mis principios y emprender mi aventura en solitario o seguir girando en la rueda como un hámster.

Conseguí salir y empezar de nuevo a ser persona. Creí que nunca más volvería a encontrar un trabajo en el que, además de los resultados, las reuniones, los intereses y los beneficios, se tuviera de verdad en cuenta a las personas, que son las que realmente hacen posible que algo prospere.

Afortunadamente me equivoqué, aunque para ello he tenido que hacer prevalecer mis nuevas prioridades y, sin ningún pesar, dejar a un lado la ambición y las ínfulas de poder que se respiran en las compañías multinacionales.

Hoy he estado en una entrevista de trabajo en la que por supuesto hemos hablado de resultados, de trabajo, de beneficios, de objetivos, pero también, y a partes iguales, de sentido común, de equipo, de tiempo libre, y por supuesto de decisiones compartidas y de vida familiar. Hoy he vuelto a recuperar la confianza en las personas.

Aunque cuando salí de la “Gran Isla” me sentí náufrago durante algún tiempo, estoy orgullosa de ser un auténtico superviviente gracias a la fidelidad que mantengo a mis principios. Los que quedaron allí sólo son hámsters, y acabaran matándose entre ellos, también para sobrevivir, a su manera.

Afortunadamente las decisiones sobre nuestra vida todavía siguen siendo propiedad de nosotros mismos.


Marg

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