viernes, 18 de mayo de 2007

Equilibrio


Ya hace algunos años que la obsesión por “comer sano” está instalada en nuestra sociedad. Saltamos de la “dieta mediterránea” a la auténtica obsesión por saber qué comemos, para qué nos sirve y un sin fin de detalles ajenos al sabor o al placer de comer.

Es una cultura nueva, es cierto, más presente además en aquella franja de la sociedad con un poder adquisitivo un poco elevado. No sé si te habrás dado una vuelta por la sección del supermercado dedicada a este tipo de productos o por las tiendas especializadas en su comercialización. Hazlo y verás que no pueden ser “hábitos de compra” en una familia de 4 personas con unos ingresos normalitos.

Pero ese no es el tema de hoy. Quería volver, una vez más, a la gente que convierte las recomendaciones en obsesiones. Nos han machacado tanto con el colesterol, con la necesidad de fibra, frutas, verduras que lo hemos extendido a ecológicos, probióticos, dietéticos, integrales, sin aditivos y con garantías de que no contienen conservantes, pesticidas ni herbicidas que algunos ya han excluido de su dieta todo lo demás, todo lo que pueda parecer susceptible de “malo para el organismo”.

Y así es como ha aparecido un nuevo trastorno alimenticio denominado ortorexia (obsesión por comer productos sanos), que según psicólogos y nutricionistas está creando “autistas alimentarios” y que con el paso de los años podrán derivar en casos severos de desnutrición, anemia, pérdida de masa ósea y un largo etcétera de enfermedades asociadas a la mala alimentación.

Dicen los expertos nutricionistas que “el ortoréxico se atiborra de un elevado número de este tipo de productos obsesionado por estar sano, y así deja de consumir el 80% de otros que son más saludables y básicos para el organismo”. Además los psicólogos advierten cambios en el comportamiento de los mismos con conductas como “dedicar gran parte del día a decidir meticulosamente qué se va a comer, evitar actos sociales, comidas o cenas para no "caer en la tentación" de ingerir otro tipo de productos, pesar los alimentos y sentirse "enormemente culpable si uno se salta las normas".

En fin, que o nos pasamos o no llegamos. Creo que lo de las obsesiones, del tipo que sean, es ya de por si una actitud enfermiza. Que deberíamos además recordar cómo era nuestra vida cuando no teníamos toda esa información sobre los componentes alimenticios, sobre las “necesidades de nutrientes” de nuestro organismo y no olvidar el placer de comer algo realmente apetecible.

La salud es fundamental, pero la física y la psíquica. Así que yo, aunque soy ferviente defensora de la dieta equilibrada, no pienso renunciar a un “chute” de colesterol o “grasas saturadas” de vez en cuando. Todo sea por equilibrar la balanza, ¿no?

Merx

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Vamos a ver.....
Esto de la dieta, ¿quien lo ha inventado?...
Comer es algo mas que nutrirse; es oler, ver y saborear...es arriesgarse a nuevos sabores y paladear...
Yo también intento compaginar verduras y frutas con legumbres,carnes y pescados...pero me gusta comer un buen asado ,un buen puchero o incluso una buena hamburguesa con toda su guarnición.
La historia, la memoria de nuestros mayores, nos cuenta que en la variedad y en la cantidad con mesura, está la solución.
Quizás no es qué comemos,sino cuánto y cómo comemos.

 

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