domingo, 13 de mayo de 2007

Nuestro mar

Es curiosa la tendencia que tenemos a ignorar lo que nos molesta o nos causa problemas. El tema de protección del medio ambiente es una de esas cosas.


Todos sabemos que tenemos que cuidar el planeta, que debemos controlar el uso que hacemos de los recursos naturales para evitar que llegue un día en el que nos encontremos con un enorme cartel de “agotadas existencias”.

En las grandes ciudades los ayuntamientos hacen esfuerzos para convencer a los ciudadanos que deben comprometerse con este cometido. La basura “selectiva” es una de ellas y podríamos decir que están teniendo bastante éxito en la implantación de la misma.


También nos hemos aprendido la lección del uso responsable del agua, en mayor medida unos que otros, y a nuestros hijos les bombardean en el colegio con cómo lavarse los dientes o cómo cuidar nuestros bosques.
El problema se genera con otras cosas que, por normales, creemos que no van a acabarse nunca. Hoy leo con preocupación que el mar, en cuanto a producción pesquera se refiere, está diciendo basta.

España es uno de los países de la Unión Europea con mayor litoral de costa. Esto siempre nos ha beneficiado en el turismo pero, y diría que mucho más, en la industria pesquera ya que somos también uno de los países con mayor consumo de pescado.

Precisamente esos intereses de las industrias pesqueras han hecho que nos pasemos de largo. En los últimos quince años hemos sobreexplotado los caladeros logrando que un número importante de especies, de las que aparecen en nuestra dieta diaria, estén al borde de la extinción.

Sebastián Losada, responsable de la Campaña de Océanos de Greenpeace, hacía unas declaraciones no sé si alarmistas pero desde luego preocupantes "Para la generación siguiente, la que ahora va a las guarderías, pescados como la merluza, el mero, el rape, la anchoa del Cantábrico, el bacalao, la angula o el atún rojo serán tan escasos y caros que deberían venderse en joyerías. Y todo eso afecta especialmente a España".

Mientras esto ocurre, en Europa se libra la batalla de intereses económicos de los ministros de Agricultura y Pesca de los países miembros, alternándose en la oposición a la veda de determinada especie en función de sus intereses.

Yo no sé qué pensarás tú. Yo, personalmente, creo que nos hemos emborrachado de consumo. Recuerdo cuando era pequeña y los productos eran estacionales, sabías que había fruta de invierno y de verano, pescados escasos en una época y abundantes en otra respondiendo así a los ciclos naturales de las especies.

Antes que renunciar a saborear un buen bacalao al pil-pil, prefiero volver al ayuno estacional. ¿No crees?
Merx

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