Supongo que compartirás conmigo que no todos envejecemos de la misma manera. Hay quien parece haber firmado un pacto con el diablo, o con el dios de la inmortalidad, y se pasea por el mundo más fresco que una lechuga.
Hay otros, los menos, que llevan el paso de los años con una dignidad apabullante. No es, como en el caso anterior, gente que no aparente la edad que tiene, si no que su forma de llevarla hace que, incluso, te resulte envidiable.
Por último están los otros, los que se niegan al paso de los años y en ocasiones pueden resultar incluso ridículos.
El mundo del cine merece, claro está, un capítulo a parte. Es evidente que la presión del público, de la crítica y de los propios productores cinematográficos hacen que los actores y actrices intenten luchar desenfrenadamente contra el paso de los años.
Cuando leí que se estrenaba Rocky Balboa lo cierto es que aluciné un poco. Tras 30 años de la famosísima saga de los “Rocky” me sorprendió el “revival”, con un protagonista sexagenario que se subiría a un ring. Pero como todo es utilizable, ese fue precisamente el factor más potenciado en la fase promocional del film y con palabras del propio Stallone “esta película es una bofetada al envejecimiento”. Lo cierto es que las críticas fueron bastante buenas, insistiendo en que no es una película de boxeo sino del declive de una persona a lo largo de los años.
Yo no sé decirte si es una bofetada o simplemente un guiño porque en la fase promocional de la película en Australia, Stallone fue “descubierto” por la autoridad aduanera con 48 dosis de hormonas de crecimiento y cuatro frascos de testosterona en las maletas.
Las dosis de Somatropina, hormona del crecimiento prohibida, así como la testosterona para mejorar la masa muscular son, según el actor, por prescripción médica y sus abogados se han apresurado a añadir que no se trata de un “body-builder”.
No sé qué pensar, la verdad. Hay cuerpos que no son un regalo del cielo si no más bien de la ciencia, y este bien podría ser uno de ellos. Ni el actor ni sus abogados han querido dar a conocer los motivos de esta “prescripción médica” pero yo me pregunto si no habrá sido demasiado esfuerzo “de masa muscular” que un sesentón haga un remake de una película como Rocky, una auténtica oda al puro músculo.
El próximo lunes se conocerá el fallo del tribunal australiano. Espero que la historia tenga un final feliz porque, la verdad, sería un triste fin para un mito que decía en sus entrevistas cosas tan creíbles como “Me pidieron que hiciese un nuevo “Rocky” y yo les contesté: Bueno, contra quien voy a luchar, ¿artritis?, ¿desplazamiento de rótula..?".
Merx
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