sábado, 19 de mayo de 2007

Llaneros solitarios

Me hace gracia la cantidad de palabras que se derrochan en periódicos, revistas y libros para hablar de la importancia que el equipo humano tiene en las empresas y cómo éstas crecen y evolucionan gracias al trabajo de un buen equipo y no a la labor de los llamados “llaneros solitarios”.

A pesar de que todos los directivos se llenan la boca alabando y mostrando su acuerdo con estos principios, luego la realidad es bien distinta.También es cierto que a lo mejor en este país somos más hipócritas que en el resto y quizá por ello cuando se eligen las mejores empresas para trabajar, no salen en la lista las españolas y es Microsoft la mejor empresa elegida en nuestro país.

Y es que el resultado siempre es el mismo. El directivo que confía en su equipo, haciéndole partícipe de los resultados y recompensando el esfuerzo, llega al poder. Y cuando llega a la cima, se pone el antifaz, se sube al caballo y empieza a correr, olvidando que en tierra queda gente que se ha encargado de cuidar al caballo y prepararlo hasta convertirlo en un ganador.

Entonces llega el inevitable desenlace, el equipo se aburre de no tener nada por lo que luchar, se cansa de que le abandonen en los momentos de gloria y el llanero acaba solo en mitad de la travesía.

No sé si la comparación es la más acertada pero lo que sí es cierto es que los “llaneros solitarios” no llegan solos a alcanzar el mismo poder que sí han alcanzado gracias a su equipo. Simplemente se convierten en simples tiranos o dictadores a los que la gente obedece porque no les queda más remedio para conseguir su sueldo a final de mes.

A lo mejor aquí está la diferencia entre las empresas en las que todo el mundo quiere trabajar y aquellas de las que todo el mundo, si pudiera, quisiera huir.

Afortunadamente, tras muchos años de llevarle comida al caballo, yo he conseguido huir de uno de esos llaneros solitarios, a quien no hay nadie capaz de quitarle el antifaz o tirarlo del caballo. Sólo queda esperar que un muro en el camino o un traspiés de su caballo le permita ver que sin el equipo que los cuida, no hay forma de avanzar. Aunque puede ser tarde para rectificar.

Marg

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Por qué cuesta tanto reconocer los méritos de los "sin cargo" ?
Yo también empiezo a estar harta de dar de comer al caballo, sobretodo si también he de sacarlo a pasear y si también me toca limpiar el establo.
Sin metáforas : que pocos mandos reconocen publicamente la labor de su equipo...y que engañados están si creen que ademas les admiramos.

 

© 2008 - diseñado por doxs | templates - todos los derechos reservados