martes, 6 de marzo de 2007

¿A qué jugamos?

Hoy estoy indignada, quizá porque el tema me roza más de lo normal. Mi hija y su pandilla, adolescentes en estado puro, llevan casi dos años escuchando las canciones de la desequilibrada rubia Britney Spears, entre otras cosas porque eligieron una de sus canciones para hacer una coreografía en la clase de danza, “...esta canción es de la rubia esa con cara de pavita…”.

Desde hace ya un par de semanas, y sin prestarle demasiada atención al tema, he podido hojear en la prensa que la pavita esa se mantiene en el candelero de los famosos gracias a sus noches de marcha sin control, a los vómitos que le provocan los excesos y que luego arroja sin problemas encima de su novio, a los paraguazos con los que recibe a los paparazzi, a sus extravagantes tatuajes, a que su novio la ha dejado porque no la aguanta más, a que pasa de sus hijos como si no fueran suyos, a su rapado de pelo, y ya por último, a su entrada en un centro de desintoxicación, psiquiátrico o algo donde le pongan remedio. Hasta aquí, y desgraciadamente, nada a lo que nuestros oídos no estén ya acostumbrados.

Pero la noticia de hoy sobre la descontrolada rubia no tiene nombre. Aprovechando el tirón que la chica está teniendo en toda la prensa mundial, algún listillo ha creado la Britney Rehabilitación y la ha puesto a la venta a través de la casa de apuestas por internet EBay. Ahora, podemos comprar la nueva muñeca rapada al cero, ataviada con camisa de fuerza y pantalón de chándal color fresa, al módico precio de 42 euros. Ah, y el ofertón del nuevo juguete se completa, a modo de accesorios, con dos portadas de una revista dedicadas a su tremendo cambio de look.

Afortunadamente, al grupo de hormonas andantes que forman mi hija y sus amigos todavía no les ha llegado la novedad pero, como siempre pasa con estas cosas, el tema no tardará en aparecer en todos los medios y llegará el momento de sentarme a hablar de esto con ella. Lo peor es que a esta edad, se tratara el tema con cierta sorna y algún ingenioso se inventará algún chiste, frase locuaz o incluso alguno de esos power points que circulan por la red, como está pasando con el caso de De Juana Chaos.

Pero el temita se las trae. Por un lado hacemos una caza de brujas con las modelos flacas y desnutridas, para que no se conviertan en un ejemplo nocivo para la mente de chicas con una frágil personalidad y, por otro, alguien se inventa una muñeca con un look muy perjudicado por los excesos del alcohol, las drogas y la depresión, a imagen y semejanza de una medio-ídolo de estas mentes, para que jueguen a rehabilitarla y puedan quitarle la camisa de fuerza cuando lo crean conveniente.

Quizá tengamos que agradecer, por ahora, que el lanzamiento de la Britney Rehabilitación no se haya hecho coincidir con la campaña de juguetes de Navidad, o que la mente privilegiada que la ha traído al mundo no le haya puesto pilas para darle más realismo a los ataques de vómito, o que se revuelque y grite cuando le llegue el mono o, tal vez, que no haya incluido entre los accesorios unas pastillitas de metanfetamina para que la desquiciada rapada se tome a escondidas de su médico.

Ya sabes, cuando tus hijos te digan aquello de “¿a qué jugamos?, saca la caja de la Britney y explícale la historia de la mejor manera. Te ayudará saber que la chica quiere volver con su novio y éste sólo la aceptará si se cura y hace caso a los médicos.

Marg

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