miércoles, 14 de marzo de 2007

Pisos patera


Acabo de oir la historia de Carmen y se me han puesto los pelos de punta. Al inconveniente que ya supone llevar a cabo reformas en casa que te obliguen a trasladarte por un tiempo y ofrecerte en acogida a algun familiar, amigo o a alquilarte algo baratito para no tener que sufrir a la familia, únele ahora la historia de Carmen.

Carmen es una vecina de Barcelona que un buen día decide reformar su casa y para que el tema no le salga muy caro contrata a un marroquí, con papeles, para que le haga las obras. Traslada todos sus muebles a uno de esos containers que alquilas por días, deja las cosas personales que menos usa en casa de un familiar y se traslada a vivir a casa de una amiga entregándole sus llaves al “con papeles” para que se ponga manos a la obra con las chapuzas.

El chapuzas a domicilio lo primero que hace, ni corto ni perezoso, es acercarse a la ferretería de un amigo y cambiar la cerradura de la casa de la buena señora. Pero ahí no queda el tema, “con papeles” avisa a sus compadres y se dedica a alquilar la casa de Carmen a unas diez o doce personas, que a su vez se la realquilan a otras diez o doce para vivir todos hacinados, con un poco de suerte, en 60 metros cuadrados.

Con tanto ajetreo la casa de Carmen se ha convertido en cuestión de dos meses en una auténtica pensión pocilga donde los sinpa pueden pasar un mesecito por la módica cifra de 400 ó 500 euros y donde por supuesto ni se hacen obras, ni se limpia, ni se airea.

Pues bien, para nuestros políticos la pensión pocilga de Carmen se llama piso patera y parece que no pueden hacer mucho por acabar con un tema que está generando un grave problema de convivencia vecinal y de racismo exagerado en las zonas que lo padecen.

Parece ser que los pisos patera son la base del negocio de algunas mafias de chinos, marroquíes o pakis, que los realquilan a los sinpa a precios desorbitados. Otro de los innovadores productos que ofrece este oscuro negocio es el de las "camas caliente" para atender las necesidades de los ilegales que buscan un sitio para descansar durante unas horas. La oferta aquí oscila entre los 60 euros por un colchón -en algunos pisos hay tres turnos- hasta los 100 por un sofá y 120 por una cama en un habitación con tres literas.

Pero ¿y qué pasa con Carmen y con los propietarios de todos esos pisos? Pues que de momento sólo son objeto de estudio y que sus demandas están guardadas en un saco roto. A lo mejor recupera su piso algún día listo para reformar.

Cada vez me hace menos gracia quedarme en casa y más miedo salir de ella. Entre los profesionales del robo silencioso, que entran a tu casa mientras estás dormido, y los "gerentes" de las pensiones pocilga, que entran a tu casa cuando te vas, el tema se está poniendo complicado.

A ver quién inventa ahora el Hostal no estés en casa o la Fonda Te recogemos

Ya les vale

Marg

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