sábado, 3 de marzo de 2007

Los bichos se comen la gran manzana


Está claro que no hay nada perfecto. Hace unos meses estuve en Nueva York para cumplir con una de mis voluntades. A medida que fui pasando días en esa ciudad, pateando todas sus calles, conociendo todos sus barrios, tuve la sensación de que estaba encerrada, bamboleándome en la máquina del tiempo.

Nueva York te envuelve, te transporta y te encierra en una burbuja desde la que puedas observar, a modo de hombre invisible, diferentes escenas y a los más variopintos personajes. En pocas horas puedes pasar del agitado mundo de los negocios en Wall Street, a comprar imitaciones en los misteriosos subterráneos de Chinatown, o a contemplar las últimas tendencias del diseño mundial en el barrio del Soho, o revivir el desastre americano del World Trade Center, o deleitarte con las noches de música en vivo en el Village, o pasearte por las bulliciosas calles de Broadway antes de ver un musical, o babear ante el lujoso espectáculo de la moda en la Quinta, o trasladarte a Harlem y vivir una misa gospel como hace 100 años.
Manhatan es simplemente única.

Pero como decía antes, nada es perfecto. Acaban de pincharme la burbuja y he despertado de golpe, sin salir de la máquina del tiempo, ante la otra cara de la espectacular ciudad. La Gran Manzana está plagada de ratas, gusanos, cucarachas y chinches. Pero no me sorprende la noticia, me sorprende la cantidad.

Me dijeron que Nueva York no tiene término medio y debe ser verdad. Tiene 8 millones y medio de habitantes que generan 25.000 toneladas de basura de la que se alimentan cerca de 100 millones de ratas que viven en los 10.500 kilómetros de cloacas. El problema es que cloaquilandia tiene overbooking de habitantes y las ratas salen a buscar comida a los Kentucky de turno. También es cierto que un nugget de pollo siempre es mejor que los restos de comida china en la basura.

Pero las ratas no son sólo el único problema, en el antiguo edificio de Naciones Unidas hay miles de gusanos y en los viejos edificios cercanos al río Hudson se cuelan enormes anguilas verdes. En el West Village la gente lucha en sus casas contra una invasión de polillas negras y en los apartamentos y hoteles de lujo sigue extendiéndose la plaga de chinches que se esconden en los colchones y los sofás.

¿Has leído el Quinto Día? Realidad o ficción, no sé. Pero a la Gran Manzana se la comen los bichos… y a mi me inquieta.

Marg

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