domingo, 17 de junio de 2007

Triste

Dos años ya y poco ha cambiado. En todos los medios de comunicación se recogen estos días referencias a lo poco que se ha avanzado con el control de los malos tratos. Tras dos años de entrada en vigor de la Ley contra la Violencia de Género el número de mujeres asesinadas a manos de sus parejas, o ex parejas, no desciende.


Sobre este asunto se pronunciaba hace unos días Amnistía Internacional, presentando un informe bastante crítico, destacando la necesidad de más recursos para lograr que la ley sea efectiva y para que los derechos de las mujeres no se queden en el papel.

No es que discrepe, para nada, pero mi humilde opinión es que el problema de fondo es mucho más grave. Quiero decir que sí es cierto que no siempre tienen la asistencia legal en el momento de interponer la denuncia, que fiscales y policías no investigan a fondo cuando la mujer no acude a ratificar la denuncia (aunque son delitos perseguibles de oficio) cuando deberían hacerlo, y un largo etcétera de factores que sólo hacen un suma y sigue de fallos en el sistema.

Fallos que hemos presenciado también en los casos de maltrato a menores, o en la de violadores en libertad sin estar calificados psicológicamente para ello. Pero, debemos ser realista, éste es nuestro sistema. Sí, no nos gusta y nos asustan ese tipo de noticias cada vez que se producen, pero nada más. Ahí queda.

Amnistía internacional denunciaba en su informe que de las 20 medidas urgentes aprobadas por el Gobierno en el mes de diciembre sólo se ha avanzado significativamente en una: la elaboración de un Protocolo Sanitario Común que oriente a los médicos en cuestiones de malos tratos. Es decir, que los centros a los que acuden puedan cursar una denuncia si tienen indicios de malos tratos, como ocurre con los menores.

Triste situación de desamparo la de estas mujeres. Si se dictan medidas urgentes debería hacerse honor a su definición y aplicarlas con rigor; modificar las lagunas legales que pudiera haber y otorgar a los sanitarios la formación necesaria para detectar estos casos.

Y, sobre todo, concienciarnos todos de su gravedad. El otro día leía en una entrevista a los hijos de una víctima de su marido una reflexión tremendamente crítica con la sociedad. Decía “ el año pasado murieron a manos de sus parejas o ex parejas más de 60 mujeres. Si estas víctimas en lugar de “por violencia de género” lo hubieran sido “por ETA” la gente ya se habría tirado a la calle y las autoridades estarían en pie de guerra”.

Es una reflexión desde el dolor pero, sabes, creo que tiene razón. Y eso es lo más triste.

Merx

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