Cuando estudiaba Arte participé con una de mis creaciones en una exposición del entonces llamado “Arte Povera” (arte pobre), una corriente estética que surgió a finales de los 60 como reacción frente al arte tradicional,que es bello y se vale de elementos nobles para sus creaciones. En el arte Povera, por el contrario y de ahí la reacción, lo que manda son los objetos de deshecho o los materiales sin valor real ni artístico, y el objetivo es dar valor a estructuras conseguidas con materiales groseros y hasta repulsivos, pero intentando dotarlos de un elemento poético.
Con estos principios y como estudiante apasionada y volcada en mis clases de arte y, porqué no decirlo, locamente enamorada de mi estrambótico profesor de arte, me puse manos a la obra y, tras unos días recogiendo porquerías por los vertederos de Barcelona, construí un retrete rodeado de cacerolas y sartenes y de donde salía una muñeca chochona de increíbles proporciones a la que le faltaba un brazo que sustituí por un neón de discoteca. Mi obra, “Dar a luz a pesar de todo” consiguió el segundo premio y una de las mejores notas que he tenido en mi vida. Ahora, cuando lo recuerdo, sigo sin entenderlo.
Bueno, pues no sé si el Arte Povera como tal sigue existiendo o esa tendencia rompedora se ha convertido en lo que hoy se llama “Art Unlimited”, o sea arte sin límites. El caso es que en la conocida Feria Internacional de Arte, Art38, que se celebra en Basilea, hay unos cuantos metros dedicados a esta corriente artística, cuyo principal representante en esta feria es el suizo Christoph Buechel que ha presentado su rompedora obra bajo el título de “Unplugged/ Simply Botiful”, que es algo así como “desenchufado y simplemente bello?”.
Sí, a lo mejor me hago mayor y mis neuronas no están ya para muchos trotes, pero yo creo que esto no es ni arte pobre, ni arte sin límites, ni tan siquiera arte. Es más, si a esto lo consideran arte, ni te cuento la cantidad de artistas de primera que podemos encontrar en los bosquecillos que hay junto a la autovía y que son el refugio de los domingueros que van a la playa y a pasar el día, o en los principales vertederos de la ciudad.
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