martes, 12 de junio de 2007

Me conoces

Es curioso el afán de la gente por involucrarse ocasionalmente en la vida política de este país. Hablo de ese tipo de gente que, normalmente, se mantiene al margen de cualquier discusión de índole político pero que, de repente y sin venir a cuento, quiere ejercer a toda costa un derecho amparado por la Constitución: votar.

Te contaré una anécdota, por que no puede denominarse de otro modo, que se producía en el pueblo de mis padres con motivo de las últimas elecciones. Curiosa anécdota si tenemos en cuenta los niveles de abstención registrados.

Te puedes imaginar cómo se vive una campaña electoral en un pueblo de “reducidísimas” dimensiones. Un pueblo donde los representantes de los distintos partidos políticos juegan juntos a las cartas y todo el mundo se conoce al detalle la vida de los demás, sea o no del ámbito político.

Pues a lo que iba. La anécdota política de las últimas elecciones la producía una vecina del lugar, de cerca de 80 años. No hay que decir que se trataba de una persona por todos conocida y respetada, por supuesto, pero que se encontró con que en ocasiones debemos rechazar lo evidente para ceñirnos a la ley.

El presidente y demás componentes de la mesa electoral se “encontraron” con esta voluntariosa mujer cuando pretendía ejercer su derecho a voto. El problema se generó cuando se presentó con una fotocopia del DNI, porque no encontraba el original, pero con el agravante de que estaba caducado desde 1987. ¿Qué te parece?

No quiero ni contarte la que se lió cuando le dijeron que no podía votar. Puedes imaginar el enfado monumental de la pobre anciana que intentaba argumentar que todos la conocían de sobra y que lo que estaban haciendo era una auténtica ofensa para ella. Los allí presentes mantuvieron el tipo a pesar de perder cualquier intento realizado por hacerla entrar en razón.

Los daños colaterales de estas elecciones en mi pequeño pueblo se saldan con una persona menos en el censo. Sí, como lo oyes, ya que el enfado de la señora llegó a tal punto que se dirigió al alcalde elegido para decirle que se “borraba” y se iría a censar a Lugo “capital”.

Espero que el trámite le haya supuesto, además de la evidente satisfacción personal porque todos tenemos derecho al pataleo, la necesaria renovación de su carné de identidad. Por su bien. Y por el de todos.

Merx

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