jueves, 21 de junio de 2007

El mundo está loco, loco, pero muy loco.

Yo pensaba que la estresante vida a que nos aboca la civilización moderna era la principal causa de los desequilibrios psíquicos. Los expertos comentan en estos días que la información que se ofrece a través de los medios sobre determinados delitos y barbaridades como los malos tratos, los abusos sexuales o las torturas y el ensañamiento en los crímenes, provocan un efecto mimético en determinadas mentes que también las impulsa a cometer muchas de las desgraciadas situaciones con que nos despertamos cada día, y ya no hablemos de las consecuencias de algunos video juegos como el censuradísimo Manhunt 2. Sin ir más lejos, ahora vuelve el Ku Klux Klan ¡!!

Pero hoy me ha sorprendido la “emergencia nacional” en que se encuentran las zonas del Norte de Australia, donde habitan el mayor número de comunidades aborígenes. El primer ministro australiano John Howard, ha anunciado estrictas medidas para frenar el gran número de casos de abuso sexual a menores que se dan en estas comunidades, y que se basan principalmente en la prohibición de la venta y consumo de alcohol y de la posesión de material pornográfico por un período de seis meses, además de poner en marcha un importante despliegue de las fuerzas de seguridad para incautar el alcohol en aquellos establecimientos que no respeten la prohibición.

Asimismo el ministro paralizará el 50% de los subsidios de ayuda para que no lo gasten en alcohol, mientras que será el propio gobierno el que asumirá los costes de escolarización de los niños aborígenes, supongo que para asegurarse de que la mayor parte del tiempo están en el colegio y no en sus poblados, expuestos al abuso sexual de sus adultos.

Estas medidas para combatir el escandaloso nivel de abuso sexual infantil entre los aborígenes australianos se producen tras la publicación de un informe encargado por el propio gobierno en que se revelaba esta alarmante situación.
Parece ser que el abuso del alcohol, el desempleo y la falta de educación, provocan en los aborígenes la única obsesión de pasar el tiempo abusando de los más jóvenes.


Hemos superado con creces la barrera que marcan los propios animales salvajes y hemos vuelto a la barbarie. Ya no es una cuestión del stress, la ansiedad y el efecto mimético que produce la civilización, hay algo en el ambiente que supera todas las barreras y que está degenerando la mente humana.

El mundo está loco, pero muy loco. Y siempre me hago la misma pregunta: ¿por qué cuando enloquecemos nos da siempre por lo mismo? ¿Por qué no nos da por tapiarnos y desaparecer del planeta?

Misterios sin resolver.

Marg

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