viernes, 20 de abril de 2007

Valor y al toro

El tema del día en toda la prensa nacional es la interven-ción anoche de Mariano Rajoy, en este nuevo formato televisivo que parece tan resultón del programa Tengo una pregunta para usted. Pero más que las respuestas que dio a las cuestiones que le planteaba el pueblo, que también son noticia sobre todo porque nos dejó con la duda de lo que cobra, el tema del día está en comparar su actuación con la que hace poco realizó, en el mismo programa, el Presidente ZP.

Sin entrar en debates o tendencias políticas que ya están en los medios, me ha parecido muy interesante el análisis que la prensa y por supuesto los expertos en comunicación han realizado sobre la puesta en escena de ambos políticos. Quizá por deformación profesional el tema me resulta de lo más curioso y, aunque las pautas del lenguaje no verbal están escritas en los libros de los grandes gurús de la comunicación, siempre he tenido la duda de si realmente determinados guiños causan en el público el efecto que con ellos se pretende.

Los datos de audiencia muestran que la actuación de Rajoy ha tenido 500.000 espectadores más que ZP, tal vez la ola de comentarios que despertó entre la sociedad el primer programa a cuenta del coste del café de Zapatero, ha provocado que la gente no haya querido perderse la oportunidad de ver a Rajoy en circunstancias similares ante otro puñetazo del pueblo allí representado. Lógicamente, no ha vuelto a ocurrir, el entreno está para algo.

Y vamos con la puesta en escena. Los expertos consideran que, desde el punto de vista exclusivo de la comunicación no verbal, Rajoy ha estado por encima de ZP. Los grandes aciertos de su puesta en escena, en los que los expertos se ponen de acuerdo, han sido el haber sacado un bolígrafo para tenerlo en las manos, la corbata roja, y el uso de usted en vez del tuteo empleado por el presidente del gobierno a pesar de que el público le trataba de usted.

En el lenguaje corporal, sus brazos abiertos y su movilidad por el escenario se transformaron en proximidad física e incrementaron su cercanía y poder de influencia frente al defecto de serie propio del Presidente que le hace permanecer rígido y mostrar un nulo lenguaje corporal.

Pero en la comunicación verbal parece que Rajoy también se ha apuntado un tanto. Hasta los más contrarios al líder de la oposición, han coincidido en destacar de su intervención el lenguaje llano, con respuestas cortas, pocas cifras, alusiones geográficas a toda España, y un discurso adornado con dichos populares incluso algún chiste, frente a la escasa naturalidad y la exhibición de una exagerada verborrea de leyes y de optimistas cifras macroeconómicas del presidente del gobierno.

En esta ocasión, el propio presentador del programa, Lorenzo Milá, no criticó a su invitado como hiciera en la primera ronda con ZP, en la que lamentó que el presidente del Gobierno no hubiera ofrecido un registro más próximo a los ciudadanos, transmitiéndole directamente al presidente su sensación de que éste no había aprovechado la ocasión para hacer un discurso más próximo a la gente y menos previsible.

Milá también ha elogiado la actitud de Rajoy, con otra forma de responder y otra velocidad de respuesta y de tocar los temas que le dio más agilidad al programa. El único punto en común que han resuelto bien ambos personajes parece haber sido la mirada directa y atenta a cada participante que preguntaba. ¡Faltaría más!. Aunque sin quitarle mérito a Rajoy, digo yo que escribir una página en blanco es más difícil que corregirla. Y por tanto haber salido en segundo lugar tiene sus ventajas.

Ya se sabe, el que no hace nada no recibe críticas, y salir a la plaza y enfrentarse al toro te expone a que te saquen en hombros con las orejas y el rabo o a recibir todos los almohadillazos del público.

Marg

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