viernes, 13 de abril de 2007

Me quedo sin palabras

Desde luego es evidente que en los últimos tiempos comienza a desarrollarse una preocupación por la protección de la lengua española. También es cierto que hay que defenderse chica ante el avance de la tecnología, que ha hecho que la corrección lingüística sea un recuerdo del pasado.

Hablamos, por ejemplo, de la tendencia a abreviar todo lo abreviable y más. Los mensajes por el móvil marcan un antes y un después; los foros de Internet y los chats también ayudan porque además cualquiera puede pensar eso de que “como no abrevias es que la tecnología te ha pillado mayor”.

Pero el problema real es que el lenguaje también ha cambiado. Y digo cambiar porque no me parecería correcto hablar de “evolucionar”. Por el camino se han perdido palabras y expresiones que no tienen cabida en la jerga actual: “me ha ido del canto de un duro” (pasado a euros ,pues que quieres que te diga, no es lo mismo) o “suenas como un disco rallado” o miles de ellas que seguro se te ocurren..

Ahora la Escuela de Escritores ha decidido crear una reserva virtual para luchar contra el empobrecimiento del idioma español, donde se incluirán palabras que ya no existen así como aquéllas que han sido sustituidas por extranjerismos. La campaña, que dura hasta el 21 de abril, se llama “Apadrina una palabra” y cuenta ya con numerosos seguidores.

Hoy, al leer la noticia, casi me emociono chica. He vuelto a encontrarme con palabras como “mecachis” (¿ves? el corrector del Word la señala como errónea..), “tocadiscos” o “zipizape”.. Otras, como “alboroto” no han provocado emoción en mi pero me han sobresaltado porque yo no las tenía como “palabras en vía de extinción” aunque sí es cierto que ahora mola más “follón” o “jaleo” y otras más callejeras.

Me uno a la iniciativa y te invito a visitar la página de la Escuela de Escritores
www.escueladeescritores.com y leer el apartado dedicado a la iniciativa. Disfrutarás. Allí dicen algo tan real como “Todos, quien más, quien menos, tenemos alguna palabra asociada al corazón, adscrita a la memoria, eco de nuestra infancia. Una palabra que hace años que no oyes y sin embargo te pertenece. Una palabra que, desde luego, no consentirías que nadie te arrebatase. Una palabra, al fin, que te gustaría que siguiera viva cuando ya no estés.

¿Cuál es la tuya?. Piensa por un segundo y “apadrina una palabra”.

Merx

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