domingo, 28 de octubre de 2007

Mujercitas


Hay veces que las noticias que sacuden la prensa al más puro estilo “El caso” cobran sentido cuando tus hijos, en relación a ellas, te hacen alguna pregunta de esas que por un momento te dejan atónito, pero que sirven para aclarar la inmensa niebla que cubre su cerebro de adolescentes. Lo que está claro es que entre las pandillas de amigos del cole, la noticia de la niña embaraza de 11 años, no les ha dejado indiferentes.

Según el relato de mi hija, la historia ha hecho que las niñas se pusieran en situación imaginándose a ellas mismas embarazadas a su corta edad de 14 años. Pero lo más preocupante es que entre sus supuestos, no aparece ni por asomo la imagen de una vida destrozada y rota de ilusiones. Claro que es comprensible, porque aunque parezcan "mujercitas", como diría mi abuela, no dejan de tener un cerebro al que le falta todavía algún hervor.

Por las preguntas de mi hija adolescente, y aunque te parezca obvio, he llegado a la conclusión de que aunque la información sobre las relaciones sexuales y sus efectos colaterales, sea abundante y se encuentre al alcance de sus manos, no hay como una conversación profunda y a calzón quitado, para aclarar los interrogantes que de otra forma pueden acabar en un lo que sea no deseado.

Afirmaciones como que el condón se usa sólo para prevenir un embarazo o que con una píldora evitas quedarte embarazada, o el no tener ni idea de qué son las enfermedades de transmisión sexual, son sólo algunos de los puntos más espesos de esta niebla cerebral adolescente. Eso, por no hablar del sorprendente argumento de los niños de la misma edad que les dicen a las chicas que es mucho mejor no usar preservativo porque no sientes lo mismo.

Claro que uno de los últimos estrenos en la cartelera es una película de nombre sugerente "Super salidos", en la que dos adolescentes obsesionados por el sexo opuesto dan una imparable retahila de ejemplos de lo que hay que hacer para conseguir el objetivo, que como habrás imaginado no es otro que pegar un polvo.

Ante tanta ignorancia, y ahora ya si que parezco un carcamal de serie B, me pregunto yo para qué narices perdemos el tiempo debatiendo sobre la educación sexual o la de ciudadanía. ¿qué les enseñan en los colegios? y lo que es peor ¿cómo les enseñan?, y la gran pregunta ¿a qué narices esperan los padres para hablar con sus hijos de la realidad que les envuelve?.

Todavía recuerdo mi cara de sorpresa cuando, hace ya más de veintidós años, acompañé a una amiga a abortar a una clínica privada. La mayoría de las pacientes que esperaban a ser intervenidas no superaban los 20 años, igual que nosotras. No quisiera parecer una antigua, pero mi sensación es que estamos igual o peor que antes. Hay mucha más información que entonces, es cierto, pero muy poca formación. Y para nuestra desgracia, los adolescentes siguen aprendiendo a base de golpes y abarrotando las clínicas privadas para deshacerse de sus errores.

Como doy por hecho que en lo único que hemos avanzado es en la edad en que hacemos las cosas, he preferido aprovechar el viaje llamando a las cosas por su nombre. Sí, mucho mejor, y ya de paso le hemos dado la vuelta a las drogas, el alcohol, el racismo y la intolerancia, que también son noticia en la prensa.

Pues que quieres que te diga, por lo menos he vuelto a casa con la tranquilidad de que habíamos dado un gran paso y de que éste será uno de esos momentos que evitan que la niebla también nuble la razón. O al menos eso espero.

Marg.

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