lunes, 29 de octubre de 2007

The End


Otro de los mitos de las citas románticas, de los primeros lugares escogidos por nuestros padres para acercarse a la persona amada, tiene los días contados.

Me refiero al cine, a las salas de cine vaya. Ahora resulta que, como los propietarios de las salas no paran de quejarse de la caía en picado en el número de espectadores y consecuentemente de la cifra de beneficios, han decidido pedir permiso para “reorientar” el negocio como dirían los expertos.

La última es una iniciativa que intentará arrastrar a los aficionados a los videojuegos al cine. No para ver películas, si no para participar en sesiones dedicadas al juego y que se han denominado “Cinegames”.

No hace muchos días te contaba de otra iniciativa, también con el fin de “captar” espectadores, que eran los conciertos en directo. Ahora le toca el turno a lo videojuegos una industria que, en nuestro país, es un negocio muy muy tentador.

La cadena Telmo Cineplex es la que ha llevado a cabo esta iniciativa, que ya se estrena entre el 5 y el 16 de noviembre en una de sus salas en Madrid. La idea es poner en cartelera varios videojuegos por día programados por sesiones, como si fueran películas. Es evidente que las condiciones que ofrece una sala de cine, sonido e imagen, pueden resultar espectaculares para cualquier videojuego así que supongo que la iniciativa tendrá una buena acogida.

Pero a mi, llámame antigua, me da un poco de pena. Ambas son buenas alternativas, es cierto, pero me sigue dando penita. Como me dio pena que en poco más de 5 años se cargaran todas las salas de cine de mi barrio. Teníamos 6 y una a una las fueron eliminando. La solución, como en casi todas las ciudades que he tenido ocasión de visitar, es ubicar las salas en un gran centro comercial. Salas en ocasiones tan minúsculas que tienes la sensación de estar viendo la película con unos amigos.

No sé cuál será la causa de ese descenso de espectadores. Quizás uno podría ser que ya te queda un poco más lejos, en algunos casos, o que ya no necesitas las filas oscuras del cine para hacerte arrumacos o que te cuesta una pasta. Por que, la verdad, es que una familia que decida pasar una tarde en el cine debe preparar la cartera.

El otro día hablaba de esto con un amigo mío que es un cinéfilo empedernido. Él se mantiene como espectador fiel, y hace malabarismos en su economía para poder ir al cine una o dos veces a la semana.


Yo, lo confieso, he tirado la toalla. Ahora clasifico las películas por aquellas que creo merecen verse en el cine y por las que, sencillamente, puedo esperar a verlas en el sofá de mi casa.

Lástima que el romanticismo en el sofá de mi casa igual, lo que se dice igual, pues no es.

Merx

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Una pasta nena y sin contar las palomitas y la cocacola...

 

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