martes, 23 de octubre de 2007

El escudo del uniforme


Hoy la prensa recoge un nuevo acto calificado de racista. En un tren de cercanías el revisor pidió el billete a un único pasajero. Negro. El hombre, según él harto de las continuas muestras de desprecio que ha sufrido en los apenas dos meses que lleva en nuestro país, se plantó y dijo que no lo enseñaba aludiendo al retraso de más de 20 minutos que llevaba el tren.

Ahí comenzó la odisea del revisor. Casi un centenar de pasajeros del mismo se amotinaron, le insultaron por su actitud racista y le invitaron a pedirle a todos y cada uno de ellos su correspondiente billete. Pero esta propuesta se generó cuando el revisor, como respuesta a la negativa del pasajero a enseñar su billete, paró el tren durante 7 minutos.

Esa parada desató la protesta general. Así que el trayecto volvió a iniciarse para parar de nuevo en la siguiente estación otros treinta minutos más, así que cuando llegó a su destino acumulaba un retraso de 50 minutos. Evidentemente la policía esperaba al “pasajero rebelde” en la estación, y pudo comprobar que su billete estaba correctamente validado.

Hasta aquí la historia. Unos argumentarán que el revisor se limitó a hacer su trabajo, postura que defiende RENFE alegando “y ha aplicado el protocolo previsto por no mostrar billete". Otros dirán que es cierto, y cada vez más frecuente, que muchas personas con actitudes racistas esperan la menor oportunidad para ridiculizar o hacer pasar un mal rato al “diferente”. Siempre desde una posición de poder, como en este caso.

A mi me encaja más la segunda opción porque me parece mucha casualidad que entre un centenar de pasajeros haya escogido precisamente al de color diferente, al negro. Un pasajero que resultó ser “estudiao” como diría mi abuela, ya que es médico, y que conocía bien sus derechos como usuario.

En realidad, resumiendo, lo que me ha sorprendido de la historia es la respuesta del resto del pasaje. Quiero pensar que fue una respuesta sincera y no una protesta encubierta ante el retraso del tren, que realmente por un momento sintieron esa empatia con el que está siendo acorralado por el que ostenta el poder.

En fin, difícil tema el racismo. Un problema que se va agravando en las ciudades más o menos grandes, en el que muchas personas que siempre han defendido la postura de “no soy racista” empiezan a cambiar de opinión. En ocasiones provocado por miedo a lo desconocido, a lo que es diferente, en otras al ver que esas personas explotan su papel de “víctima” para conseguir más.

No sé. Lo cierto es que me pregunto qué hubiera pasado si esa persona no hubiera sido negra. Si se hubiera negado también a mostrar el billete aún siendo al único que se lo habían pedido en un vagón atestado de gente y si el resto de pasajeros hubiera reaccionado de la misma manera.

Se trata de ser solidario con el otro. Sea como sea, igual o diferente a nosotros. Pero debemos ser todos los que nos concienciemos de eso y no tengamos que escuchar cosas como “agresión con agravante de racismo”. ¿Es más grave si al que agredes es de otro color?

Merx

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El tema del racismo es muy dificil, supongo que si el hombre al que le pidieron el billete no hubiera sido de color, tal vez la gente no se habria solidarizado con el...

Anónimo dijo...

Como me gusta esta última reflexión que haces ... A ver cuando aprendemos que las injusticias lo son independientemente del color de los implicados y dejamos de ampararnos en las razas a la hora de defender causas.

 

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