lunes, 22 de octubre de 2007

Cuando no hay palabras

Terror. Desesperación. Dolor. Todo eso y más, seguro que más, ha debido sentir el pobre hombre que se olvidó a su hija en el coche y se fue a trabajar.

Te pongo al tanto del asunto que he leído esta mañana y que me ha puesto los pelos de punta “una niña de 21 meses falleció el pasado viernes en un hospital tras haber sido olvidada por su padre en el interior de un coche estacionado en Xàbia (Alicante) durante varias horas”.

La mañana empezó normal. El padre se dirigió primero a dejar en el colegio a su hija mayor y luego, sorprendentemente, se olvidó que llevaba también a su hija pequeña, de un año, y debía dejarla en la guardería. Se olvidó. Así que se dirigió a su trabajo, estacionó el coche y se fue a trabajar. Pasaron horas antes de que un familiar, que llamó a la guardería para ver cómo estaba la pequeña, llamara al padre que de repente se dio cuenta que la había olvidado en el coche.
A partir de ahí, te puedes imaginar. El padre fue corriendo al coche, la llevó al hospital pero la niña moría a las pocas horas se supone que de deshidratación por las tres horas que pasó dentro del vehículo.

Quizás mañana leamos en la prensa alguna historia sórdida que me haga cambiar la concepción de los hechos que hoy tengo yo. No lo sé, ya me creo cualquier cosa, pero las autoridades han abierto una investigación. No obstante hoy, en este momento, lo que siento es una profunda compasión por el padre y pienso en la sensación que debe tener, de estar viviendo una pesadilla, que aún no debe haber superado y dudo que lo haga nunca.

Los que le conocen, al padre, dicen que es imposible que fuera premeditado. Que cuando recibió la llamada de teléfono preguntando por su hija se le cayó el mundo encima y echó a correr hacia el coche. Otros achacan los hechos al estrés del trabajo, que al pobre hombre
“se le debió ir el santo al cielo”.

No puedo imaginar. Si realmente una situación de estrés, de agobio laboral, te hace tener despistes de este tipo es que algo está funcionando muy mal. Trágicamente mal.

Maldito estrés. Enturbia nuestra mente, desenfocando nuestra atención. Como dice un amigo mío “olvidamos la esencia de la vida, nos quedamos con el olor y la apariencia de la misma”.

Sin palabras.
Merx

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Que horrible... pero dejemos que el tiempo nos cuente su versión...

Cuando era estudiante me sorprendió la poca cantidad de oxigeno que consumimos... es por eso que podemos quedarnos en un cuarto cerrado y no morir sofocados...

Pero para eso están los policías y los médicos, yo por mi parte, aun me reservo mi veredicto...

Que horrible...

Anónimo dijo...

Pobre hombre ...

No puedo ni imaginar los remordimientos de conciencia que va a sentir en lo que le queda de vida.

Anónimo dijo...

Es una gran tragedia... Pero, ¡Dios!, no me cabe en la cabeza que alguien pueda olvidar a un hijo en el coche.

Anónimo dijo...

Desde que leí la noticia, no hago más que darle vueltas a la cabeza e intentar ponerme en la piel de esta persona. Uno que ha sido padre en esas condiciones, trabajando la pareja, corriendo al trabajo, hijos enfermos que tienes que llevar a la guarderia por no tener donde dejarlos, me pongo en el lugar de este hombre y no sé si seria capaz de seguir viviendo. Mis hijos han sido y son todo para mi. Enorme la tragedia de este hombre y maldito el trabajo o el stress, o la situación que ha provocado que olvidara a su hija dentro del coche.

 

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