Ayer se presentaba en el Casón del Buen Retiro, antigua sede del Salón de Baile del Palacio del Buen Retiro y futuro Centro de Estudios del Museo del Prado, la performance 'Paso Doble', creada por el pintor Miquel Barceló y el bailarín y coreógrafo francés Josef Nadj.
Este espectáculo de “Paso doble”, producido por el Festival de Avignon y representado en primicia dentro del marco de este Festival en 2006 fue galardonado ese mismo año con el premio FAD Sebastià Guasch de artes parateatrales, y tras presentarse en primicia en nuestro país durante dos días, se representará en Nueva York, seguramente con un rotundo éxito.
La performance, con la que el Museo del Prado pretendía celebrar la rehabilitación del edificio rememorando el uso original de este espacio como Salón de Baile de la corte de Felipe IV, se trata de un cuadro en vivo, ya que en escena sólo aparecen dos figuras -el coreógrafo y el pintor- que trabajan con arcilla fresca para completar un gran mural con el único sonido de los ruidos que se producen durante la ejecución de la obra, y donde el espectador comparte con los artistas el proceso de creación de una obra que es, al mismo tiempo, un espectáculo de danza y de artes plásticas
Dicen que el mural resultante, tras 50 minutos jugando con el barro contiene además de los lenguajes de los dos artistas, la llamada más profunda del seno de la Tierra con la estética y la tensión del más auténtico Barceló en vivo y en directo.
Primero esculpen una ciudad a sus pies a golpe de picos y azadas, para luego arrasarlo todo al poco tiempo. Según Barceló, “Se trata de construir y destruir, como en las corridas de toros, un aviso, dos avisos, y un pasodoble emborrachándolo todo".
Algunos momentos, como cuando aparecieron los dos con tinajas de barro sin cocer y se las plantaron en la cabeza, el humor liberó tensión entre los ilustres asistentes allí presentes que acompañaron al director del Museo del Prado en este experimento que pretende mostrar lo que quiere ser el Prado del siglo XXI.
Esta nueva expresión artística, esta frenética orgía de barro y arcilla, que yo, burda amante aficionada del arte moderno, no entiendo, y que no me ha despertado más que un sentimiento entre el morbo, la repugnancia y una expresión de pasmo en la cara, no perdurará en el tiempo, más que en el recuerdo de quienes lo vieron.
Creo que "paja mental" sería la expresión adecuada, aunque teniendo en cuenta que esto es más divertido que estar en un taller pintando cuadros y que hay gente dispuesta a verlo, pagando pasta gansa, pues OLE por el Barceló. Y ahora a arcillear a Nueva York.
Marg
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