El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) ha concedido el premio Foto del año de UNICEF al trabajo realizado por Stephanie Sinclair sobre los matrimonios infantiles que la fotógrafa llevó a cabo durante dos años en Afganistán, Etiopía y Nepal.
La idea del reportaje surgió de un trabajo anterior sobre mujeres que se suicidaban prendiéndose fuego y que eran niñas cuando fueron entregadas a sus maridos, y pretende demostrar que la práctica de los matrimonios infantiles no responde únicamente a motivos religiosos sino también económicos.
La foto de la pequeña Ghulam, una niña afgana de 11 años, vendida por su familia a un hombre de 40 para poder alimentar al resto de sus hijos, da mucho qué pensar y pone la piel de gallina sólo imaginar la tortura a la que esta niña ha sido sometida de por vida, ya que no sólo fue alejada de su familia y del colegio y sometida a relaciones sexuales sino que es utilizada como fuerza de trabajo.
Stephanie Sinclair ha aportado su granito de arena y tras captar estas imágenes, puso en marcha un proyecto social en Etiopía que persigue retirar de la prostitución a jóvenes que, tras huir de matrimonios forzados, acaban cayendo en manos de las mafias locales.
La idea del reportaje surgió de un trabajo anterior sobre mujeres que se suicidaban prendiéndose fuego y que eran niñas cuando fueron entregadas a sus maridos, y pretende demostrar que la práctica de los matrimonios infantiles no responde únicamente a motivos religiosos sino también económicos.
La foto de la pequeña Ghulam, una niña afgana de 11 años, vendida por su familia a un hombre de 40 para poder alimentar al resto de sus hijos, da mucho qué pensar y pone la piel de gallina sólo imaginar la tortura a la que esta niña ha sido sometida de por vida, ya que no sólo fue alejada de su familia y del colegio y sometida a relaciones sexuales sino que es utilizada como fuerza de trabajo.
Stephanie Sinclair ha aportado su granito de arena y tras captar estas imágenes, puso en marcha un proyecto social en Etiopía que persigue retirar de la prostitución a jóvenes que, tras huir de matrimonios forzados, acaban cayendo en manos de las mafias locales.
Cuando aparecen imágenes como estas y además se les conceden premios, salta la crítica social y se increpa ferozmente al premiado acusándole de aprovecharse de las desgracias humanas para engordar su cartera. Yo prefiero pensar que este trabajo es una forma de denunciar este vil ataque contra los derechos humanos de cerca de 60 millones de mujeres que son obligadas a casarse antes de cumplir la mayoría de edad.
Las quejas contra el premio de UNICEF me parecen el grito desesperado de la hipocresía, de aquellos que prefieren no saber para no actuar y seguir durmiendo sin remordimientos.
Las quejas contra el premio de UNICEF me parecen el grito desesperado de la hipocresía, de aquellos que prefieren no saber para no actuar y seguir durmiendo sin remordimientos.
Marg
3 comentarios:
Lei esta noticia en el periódico y me parecio increible que todavia perduren estas practicas... Pero lo que más me sorprendió fue que me dió coraje que la fotografa se haya beneficiado (al obtener un premio) por este trabajo. No se, supongo que tendré que analizarme a fondo.
Bueno a mucha gente le gustaría que estos temas no salieran a la luz supongo, y cargar contra el que los expone es lo más fácil.
Estoy convencida que la fotógrafa no buscaba ese premio cuando eligió el tema del reportaje y si que se lo den sirve para aumentar la publicidad al tema en cuestión y que se debata más ampliamente pues mejor que mejor.
En ocasiones esas imágenes son la única ventana a través de la que podemos conocer las injusticias. Actuar o no ya es cuestión de cada uno.
Gracias por pasar.
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