jueves, 20 de diciembre de 2007

Luchar


No es la primera vez que mi post habla de lo difícil que me resulta comprender nuestro sistema judicial. De sentencias casi ofensivas para con los derechos de las personas o del aprovechamiento que de esas tan conocidas “lagunas legales” hacen algunos listos por ahí.

Hoy voy a utilizar mi post como si de un recordatorio se tratase. Para recordar a alguien a quien no conozco, de quien ni tan siquiera recuerdo qué aspecto tenía su cara, pero que a pesar de todo hoy me ha tocado el corazón.

Hablo de Carmen, una mujer a la que allá por el año 1996 la Junta de Andalucía le retiró a sus dos hijos de 4 y 5 años porque era alcohólica. Es evidente que hasta aquí la Justicia actuó como debía, intentando solucionar una situación que ponía en grave riesgo la vida de los pequeños.

Pero Carmen se esforzó por recuperarse, luchó contra sus demonios y consiguió romper con su adicción al alcohol en apenas unos meses con el único objetivo de recuperar a sus hijos. Ya era tarde.

Hoy, casi doce años después, la historia ha acabado. Carmen moría en una clínica de cuidados paliativos, en soledad y luchando por vencer otro demonio como es el cáncer.

Te preguntarás qué ha pasado durante todos estos años. Imagina. Un periplo por los juzgados demostrando que ya no eres la misma persona que perdió a sus hijos, que te has rehabilitado, que los quieres y estás dispuesta a luchar por ellos. Imagina también de qué poco sirvió ganar 11 juicios por el mismo tema e incluso conseguir que la Audiencia de Sevilla decidiera que la retirada de sus hijos fue “irregular” y que debía ser indemnizada con 1,7 millones de euros para “compensar” su sufrimiento (un dinero que aún hoy sigue paralizado sabe dios dónde).

Un sufrimiento que, según reconoce la Audiencia, se transformó en un cáncer de pulmón con metástasis cerebral “que fue consecuencia directa o indirecta del sufrimiento soportado”.

Al final a Carmen le dieron un adelanto de poco más de 200.000 euros. Consiguió que su hija, ya de 16 años, viviera con ella los últimos años de su triste vida. Su hijo decidió seguir con sus padres adoptivos.

Yo me pregunto qué fuerza debía tener esta mujer para vencer la tentación de volver a caer en las redes del alcohol ante tanto despropósito. Cómo conseguía seguir adelante, sabiendo que los años pasaban deprisa y que sus hijos, como es normal, ya tenían otros padres que les arropaban por la noche, les contaban cuentos y de los que no querrían separarse si algún día la justicia le daba la razón.

Deberíamos tener unos procesos legales más ágiles, más medidas de control para poder reconducir situaciones tan graves como ésta en las que veamos que el sistema judicial ha fallado.

El último legado de Carmen es también para sus hijos. Ellos heredarán el dinero de la indemnización que ella nunca cobrará. Pero, sobre todo, deberían valorar su lucha. Una lucha que acabó con su vida.

Un beso Carmen. Allá donde estés.

Merx

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La justicia es una mierda sin más. A veces creo que lo realmente injusto es la propia vida.

Anónimo dijo...

Feliz navidad, amigas.

 

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