Acaba de llegar a mis manos una sentencia dictada por la Audiencia Provincial de Cantabria, que no tiene desperdicio. Te explico la historia.José Luís Ortiz tiene 36 años y quiere seguir viviendo con su madre, Carmen de 71, es más, yo diría que a pesar de tener una convivencia algo incómoda y cargada de broncas, José Luís se resiste a marcharse de casa y la madre no lo consigue ni con agua caliente.
Según el relato de la madre, un día, como tantos otros, a José Luis no le gustó la comida que ella le había preparado y le dijo que era “una mierda”, se enzarzaron en una pelea y ella le acusó de fumar “algo más que porros”. Los ánimos entre ambos se alteraron y la madre salió huyendo de casa buscando a algún vecino que la ayudara. El hijo la alcanzó, la cogió del brazo, la metió por la fuerza en el interior de la vivienda y, llamándola “hija de puta”, la amenazó de muerte si le denunciaba.
Al día siguiente, Carmen decidió finalmente denunciarlo por malos tratos y José Luis fue condenado por un delito de violencia en el ámbito familiar a 60 días de trabajos en beneficio de la comunidad, privación del derecho a tener y a portar armas, aunque no consta que las tuviera, y... a dos años de alejamiento de su madre. Es decir a no poder seguir viviendo con ella.
El hijo recurrió la sentencia alegando que la declaración de su madre era completamente falsa, y que sus comentarios habituales de “que la comida era una mierda” no son más que una mera “observación sobre la habilidad culinaria de su madre”, que cogerla del brazo para obligarla a entrar en casa contra su voluntad no era una agresión porque la mujer -una anciana- no había mostrado oposición física; y por ultimo, desarrollaba su principal teoría, basada en un rocambolesco montaje judicial urdido por Carmen: su malvada madre le había denunciado no porque él la maltratara sino porque pretendía que se marchara definitivamente de casa.
Te cuento la historia, porque lo mejor de la sentencia que tengo entre las manos, no es el triste relato de Carmen, que de ser cierto sería un acto más de la abominable violencia machista, ni siquiera el relato de José Luis, que aunque patético tiene su toque de humor negro. Lo mejor de la sentencia son las palabras del juez, que le ha denegado el recurso, y confirma la sentencia condenatoria del juzgado de lo penal en todos los extremos.
“El acusado aseguró que la declaración de Carmen estaba "teñida de móviles espurios" (o sea de falsedades): las ganas que tenía de echarle del domicilio familiar. Algo que, "teniendo ella 71 años y el acusado 36, es más que comprensible y desde luego nunca podrá constituir un motivo espurio". “Lo que no dice el acusado es que su madre está literalmente harta de tener que soportar insultos, amenazas, malas palabras y gestos despectivos y zahirientes hacia ella. Porque no es otra cosa el denominar 'mierda' la comida que ella le prepara, con el añadido despectivo y vejatorio que tal calificación conlleva”.
En esta historia, que más parece un corto de Almodóvar que un hecho real, en la que todavía no sabemos quién cuenta la verdad, la Audiencia provincial, por si acaso, con duras palabras y una bronca en toda regla hacia José Luís, le impone pena de alejamiento y le obliga a largarse de casa.
Le faltó al juez decirle aquello de “hala chavalote, que con 36 tacos ya es hora de que te largues de casa y te hagas tú tu propia mierda para comer”.
Sea como sea, en eso, razón no le falta.
Marg
Según el relato de la madre, un día, como tantos otros, a José Luis no le gustó la comida que ella le había preparado y le dijo que era “una mierda”, se enzarzaron en una pelea y ella le acusó de fumar “algo más que porros”. Los ánimos entre ambos se alteraron y la madre salió huyendo de casa buscando a algún vecino que la ayudara. El hijo la alcanzó, la cogió del brazo, la metió por la fuerza en el interior de la vivienda y, llamándola “hija de puta”, la amenazó de muerte si le denunciaba.
Al día siguiente, Carmen decidió finalmente denunciarlo por malos tratos y José Luis fue condenado por un delito de violencia en el ámbito familiar a 60 días de trabajos en beneficio de la comunidad, privación del derecho a tener y a portar armas, aunque no consta que las tuviera, y... a dos años de alejamiento de su madre. Es decir a no poder seguir viviendo con ella.
El hijo recurrió la sentencia alegando que la declaración de su madre era completamente falsa, y que sus comentarios habituales de “que la comida era una mierda” no son más que una mera “observación sobre la habilidad culinaria de su madre”, que cogerla del brazo para obligarla a entrar en casa contra su voluntad no era una agresión porque la mujer -una anciana- no había mostrado oposición física; y por ultimo, desarrollaba su principal teoría, basada en un rocambolesco montaje judicial urdido por Carmen: su malvada madre le había denunciado no porque él la maltratara sino porque pretendía que se marchara definitivamente de casa.
Te cuento la historia, porque lo mejor de la sentencia que tengo entre las manos, no es el triste relato de Carmen, que de ser cierto sería un acto más de la abominable violencia machista, ni siquiera el relato de José Luis, que aunque patético tiene su toque de humor negro. Lo mejor de la sentencia son las palabras del juez, que le ha denegado el recurso, y confirma la sentencia condenatoria del juzgado de lo penal en todos los extremos.
“El acusado aseguró que la declaración de Carmen estaba "teñida de móviles espurios" (o sea de falsedades): las ganas que tenía de echarle del domicilio familiar. Algo que, "teniendo ella 71 años y el acusado 36, es más que comprensible y desde luego nunca podrá constituir un motivo espurio". “Lo que no dice el acusado es que su madre está literalmente harta de tener que soportar insultos, amenazas, malas palabras y gestos despectivos y zahirientes hacia ella. Porque no es otra cosa el denominar 'mierda' la comida que ella le prepara, con el añadido despectivo y vejatorio que tal calificación conlleva”.
En esta historia, que más parece un corto de Almodóvar que un hecho real, en la que todavía no sabemos quién cuenta la verdad, la Audiencia provincial, por si acaso, con duras palabras y una bronca en toda regla hacia José Luís, le impone pena de alejamiento y le obliga a largarse de casa.
Le faltó al juez decirle aquello de “hala chavalote, que con 36 tacos ya es hora de que te largues de casa y te hagas tú tu propia mierda para comer”.
Sea como sea, en eso, razón no le falta.
Marg
7 comentarios:
Oye, sea verdad o mentira lo que cuenta Carmen, creo que tiene todo el derecho de decirle al vago de su hijo que se vaya.
.-Pues claro que sí. Ya era hora de que se produjeran sentencias judiciales como ésta.
.-Que se espabilen algunos/as, que ya está bien de vivir de la sopa boba en el "Hotel Papás".
.-Saludos desde Cosas y Casos.
¿Quieres otro guión para Almodóvar real como la vida misma? Una familia que lleva viviendo 23 años de alquiler en un piso, con contrato indefinido, y resulta que si no tira adelante el recurso que han presentado, tendrán que dejar esa casa porqué el propietario lo reclama para su hijo... ¿La curiosidad del caso? El hijo en cuestión es cincuentón, hace dos décadas que se fué de casa de sus padres, más de 15 años que se separó, y trabaja con un sueldo nada despreciable en la Alstom... ¿Tú crees en la justicia? Yo me cago en ella
Tela marinera, si es que hay cada uno que tiene una jeta que la pisa.
TELA MARINERA, POR UNA VEZ CREO QUE UNA SENTENCIA NO ESTÁ MAL.
POCA VERGUENZA CON ESA EDAD YA PUEDE COCINARSE SU PROPIA MIERDA Y FALTAR AL RESPETO A QUIEN TE DIO LA VIDA NO TIENE PERDÓN. LASTIMA QUE EL RESPETO POR LOS MAYORES SE HA PERDIDO. SALUDOS
anamorgana
La pena es que entre una cosa y otra estamos haciendo de los jóvenes unos auténticos inútiles. Debería ser obligatorio, como mucho a los 20 años, darles la patadita y hasta luego lucas!!.
Pero para eso antes nos hace falta poner el país como Dios manda.
Bienvenidos a todos a Mujeres y qué
Ya había oido la historia, seguro que es una de tantas que suceden a diario en esta sociedad.
Qué pena de mundo en el que vivimos.
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