Los desnudos se han puesto de moda en los teatros de Barcelona. Los motivos de esta puesta en escena para los directores de Plataforma y Cantando desnudos, actualmente en cartel en la ciudad condal, son distintos y para mi gusto igual de ridículos.
Según Bieito, director de Plataforma donde Belén Fabra deambula sin más ropaje que unos afilados tacones, “si los desnudos se han repetido constantemente en el arte, por qué no hacerlo en el teatro”, donde él pretende que sus imágenes sean muy reales y ayuden a crear una atmósfera, a provocar emociones en el público.
En el Teatreneu ocho actores interpretan a pelo el musical Cantando desnudos, un musical que ya levantó una gran polvareda en los EEUU. Si has creído que el título de la obra es una provocación para despertar tu interés por ir al teatro, es verdad, y no mienten. Según Schrock, director de la obra, buscaba un éxito para llenar su teatro de orientación gay y pensó que lo mejor era un musical y chicos cantando en bolas.
Parece ser que esta tendencia responde a una reivindicación del contacto con el cuerpo, una manera de contrarrestar la lejanía de las sociedades avanzadas respecto a la naturaleza humana. No tengo nada en contra de las nuevas tendencias escénicas ni en mi ánimo está coartar la libertad de expresión de cada uno, incluso me causan cierta admiración los actores que salen a mostrar sus dotes escénicas como Dios los trajo al mundo, sobre todo si consiguen que su interpretación tenga tanta fuerza que el público no llegue a darse cuenta de su desnudez.
Pero sí quiero criticar algo. Me encanta el teatro y me apasiona entretenerme con buenas obras clásicas y modernas representadas por buenos actores, y también he conseguido inculcar esta afición a mi hija de 13 años. Lamentablemente Barcelona no puede presumir de tener buen teatro ni tampoco buen público que lo apoye y, hoy por hoy, Madrid se come la tostada en este ámbito.
Por eso, el argumento con el que nos están vendiendo las nuevas tendencias en el teatro me parece tan débil. Mi hija me decía ayer que tenía muchas ganas de ir al teatro. Si ya hemos visto Grease … ¿qué obra me recomiendas?
Según Bieito, director de Plataforma donde Belén Fabra deambula sin más ropaje que unos afilados tacones, “si los desnudos se han repetido constantemente en el arte, por qué no hacerlo en el teatro”, donde él pretende que sus imágenes sean muy reales y ayuden a crear una atmósfera, a provocar emociones en el público.
En el Teatreneu ocho actores interpretan a pelo el musical Cantando desnudos, un musical que ya levantó una gran polvareda en los EEUU. Si has creído que el título de la obra es una provocación para despertar tu interés por ir al teatro, es verdad, y no mienten. Según Schrock, director de la obra, buscaba un éxito para llenar su teatro de orientación gay y pensó que lo mejor era un musical y chicos cantando en bolas.
Parece ser que esta tendencia responde a una reivindicación del contacto con el cuerpo, una manera de contrarrestar la lejanía de las sociedades avanzadas respecto a la naturaleza humana. No tengo nada en contra de las nuevas tendencias escénicas ni en mi ánimo está coartar la libertad de expresión de cada uno, incluso me causan cierta admiración los actores que salen a mostrar sus dotes escénicas como Dios los trajo al mundo, sobre todo si consiguen que su interpretación tenga tanta fuerza que el público no llegue a darse cuenta de su desnudez.
Pero sí quiero criticar algo. Me encanta el teatro y me apasiona entretenerme con buenas obras clásicas y modernas representadas por buenos actores, y también he conseguido inculcar esta afición a mi hija de 13 años. Lamentablemente Barcelona no puede presumir de tener buen teatro ni tampoco buen público que lo apoye y, hoy por hoy, Madrid se come la tostada en este ámbito.
Por eso, el argumento con el que nos están vendiendo las nuevas tendencias en el teatro me parece tan débil. Mi hija me decía ayer que tenía muchas ganas de ir al teatro. Si ya hemos visto Grease … ¿qué obra me recomiendas?
0 comentarios:
Publicar un comentario