Qué asco de otoño.Nunca ha sido una estación que gozara de mis simpatías, ni tan siquiera cuando realmente existía.
Porque no existe ya, por lo menos por estos lados del mediterráneo, esa época de las hojas caídas en la calle, el comienzo del frío y de los días con luz mortecina.
Hace calor. No para ir en biquini, si no esto ya sería el Caribe catalán, pero el suficiente para negarte a enfundarte uno de esos abrigos que invaden los escaparates.
Quizás porque mi familia vivió mucho tiempo en el campo y yo pasé muchos veranos con mis abuelos, tengo la absurda creencia de que el clima influye mucho en las personas. No te hablo de estudios sobre la falta de luz, y esas cosas que hacen más o menos depresivas a las personas porque la verdad es que de eso no tengo ni idea.
En realidad hablo de las rutinas. Sí, rutinas como que cuando llega noviembre te apetezca un buen cucurucho de castañas y, en contra de lo previsto, lo más probable es que te esté comiendo un cucurucho de helado aunque pueda ser de castañas.
Así que, como creo en lo de la relación causa-efecto del clima con la mala hostia, estoy convencida de que los biorritmos de la gente están alterados porque en el calendario pone noviembre aunque podría ser perfectamente mayo.
Y es que no paro de alucinar con el mal humor que gasta la gente, lo irascible que está últimamente todo el mundo. No se libra nadie del “pues anda que tú”, está en el aire querida. Y como a mi no me molan nada los malos rollos, pues me da el bajón.
Sí chica, hoy he tenido uno de esos días de “paren el mundo que me quiero bajar”, porque no quiero discutir ni pelear, no aguanto las botas porque hace calor y lo peor de todo es que como no sé qué ponerme mi armario empieza a parecer un campo de batalla.
Como habrás comprobado, tampoco tengo ganas de hacer un post serio o elaborado. Así que hoy, discúlpame, te toca compartir mi desidia otoñal.
Y, para rematar este sinsentido climático, en mi barrio ya han puesto las luces de navidad. ¿Sabes qué? Casi prefiero la versión real del otoño.
Merx
Hace calor. No para ir en biquini, si no esto ya sería el Caribe catalán, pero el suficiente para negarte a enfundarte uno de esos abrigos que invaden los escaparates.
Quizás porque mi familia vivió mucho tiempo en el campo y yo pasé muchos veranos con mis abuelos, tengo la absurda creencia de que el clima influye mucho en las personas. No te hablo de estudios sobre la falta de luz, y esas cosas que hacen más o menos depresivas a las personas porque la verdad es que de eso no tengo ni idea.
En realidad hablo de las rutinas. Sí, rutinas como que cuando llega noviembre te apetezca un buen cucurucho de castañas y, en contra de lo previsto, lo más probable es que te esté comiendo un cucurucho de helado aunque pueda ser de castañas.
Así que, como creo en lo de la relación causa-efecto del clima con la mala hostia, estoy convencida de que los biorritmos de la gente están alterados porque en el calendario pone noviembre aunque podría ser perfectamente mayo.
Y es que no paro de alucinar con el mal humor que gasta la gente, lo irascible que está últimamente todo el mundo. No se libra nadie del “pues anda que tú”, está en el aire querida. Y como a mi no me molan nada los malos rollos, pues me da el bajón.
Sí chica, hoy he tenido uno de esos días de “paren el mundo que me quiero bajar”, porque no quiero discutir ni pelear, no aguanto las botas porque hace calor y lo peor de todo es que como no sé qué ponerme mi armario empieza a parecer un campo de batalla.
Como habrás comprobado, tampoco tengo ganas de hacer un post serio o elaborado. Así que hoy, discúlpame, te toca compartir mi desidia otoñal.
Y, para rematar este sinsentido climático, en mi barrio ya han puesto las luces de navidad. ¿Sabes qué? Casi prefiero la versión real del otoño.
Merx
2 comentarios:
Lo de la Navidad es una pasada ya. Cualquier día te dan los folletos de las vacaciones de verano con ribetes de acebo...
Merx, no es por meter cizaña, ni llevarte la contraria. Recuerdo un dos de noviembre de hace cinco años, paseando por una playa de Vizcaya en manga corta y estar tirada en la arena con los vaqueros arremangados hasta la rodilla y la camiseta levantada para qeu diera el sol en la barriga. Era dos de noviembre. (es una pena que lo recuerde jajajajaja...)
Si, llevas razón esto parece mayo, y lo peor de todo es que mayo parecerá marzo
Besos a las dos nenas
Si es que noviembre, ya se sabe.
Es el mes de los difuntos y los cementerios, del Halloween y toda su recua de brujas, vampiros, zombis y esqueletos; también es el mes en que se retrasa el reloj y nos quitan horas de sol, cuando nos empiezan a bombardear (y arruinar) de verdad con la Lotería de Navidad, el mes en que se hundió el Prestige y, en fin, el único mes del año que empieza con la palabra NO.
Para remate, es el mes del nacimiento y la muerte de Franco... Con este panorama, como para no deprimirse.
Pero ánimo, que ya está ahí mismo diciembre, lleno de puentes, festivos, bebercio y comercio (de las dos clases: el de zampar y el de gastar).
Besos.
Publicar un comentario