viernes, 9 de noviembre de 2007

Había una vez..


Hoy hemos hablado del tema del día en el trabajo, como pasa siempre. He de matizar que nos hemos puesto en plan serio, será el otoño como decía ayer, y hemos dejado de lado la expulsión de Piero de GH y el embarazo de la JLo.

Tampoco hemos dado revisión a la política, economía o deportes porque eso siempre genera discusión y aunque es otoño hay que respetar la “buena onda” que siempre te da el viernes. Así que nos hemos centrado en las relaciones humanas.

Porque mira que es complicado esto de las relaciones humanas, las de pareja para ser más exactos. Un día te enamoras de alguien y decides que te importa lo suficiente para apostar por compartir tu vida con él. Así que te lías la manta a la cabeza y empiezas el cuento de “había una vez un príncipe y una princesa…”.

Pero como los cuentos cuentos son, un buen día descubres que quien duerme a tu lado se ha convertido en sapo y que la dulce damisela es ya a la bruja del cuento . Nadie sabe qué ha pasado por el camino, si se han perdido en el bosque y se les ha agriado el carácter o, simplemente, que los cuentos con final feliz son cuentos.

Así, tras todo este rollo que te he soltado, nuestra conversación sobre las relaciones humanas ha llegado a la conclusión de que todo se reduce a las personas. A qué clase de personas son protagonistas de historias como de la que hablábamos hoy.

Un padre de dos niños, de cuatro y ocho años, ha visto como una juez le denegaba la custodia compartida de sus hijos por su discapacidad. En la sentencia de divorcio se dicen barbaridades como "la minusvalía del padre, aun suponiéndole simplemente un problema de movilidad que no le afecta para trabajar, lo cierto es que debe sentirse en la de por sí difícil tarea de cuidar a dos niños de esas edades".

No voy a extenderme en el tema porque podrás leerlo en toda la prensa de hoy, y me pone de mal humor. Me pregunto si la tan controvertida discusión que últimamente ha sacudido al mundo judicial sobre si hace falta o no que un juez oposite no podría utilizar como ejemplo un caso de este tipo u otros que nos asaltan desde los medios cada vez más a menudo. Está bien que se sepan la ley como todos nos sabemos las preposiciones, pero hace falta algo más ¿o no?

En fin querida. Que un día ese “discapacitado”, que además es uno de los españoles paralímpicos más laureados, enamoró a la damisela que hoy provoca una sentencia de ese tipo. Se casaron y tuvieron dos hijos, con lo que las noches de pasión debieron existir a pesar de esa discapacidad, y hoy llevan sus intimidades a la portada de los periódicos.

Triste, ¿no? Como triste será para sus hijos intentar comprender en un futuro, cuando esos niños sean adultos, a qué límites han llegado sus padres.
Relaciones humanas, o eso dicen.
Merx

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Luego Merx eso sí, querremos que esos niños traten a sus parejas con respeto, con dignidad... Despues de como han visto ellos que se tratan sus padres...

Que herencia estamos dejando a las generaciones futuras...

 

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