Anda que no hemos pasado tardes y tardes de nuestra infancia ante la tele, armados con un bocadillo de nocilla en la mano, viendo Barrio Sésamo.
Si ahora, casi treinta años después, me preguntas qué recuerdo de aquella serie, te diría que, por supuesto, a Epi y Blas, a Espinete y Don Pimpón, a la rana Gustavo, y, cómo no, a Elmo y Triki, el archiconocido Monstruo de las Galletas. Si le preguntas a alguien más joven, posiblemente también recuerde que aprendió a sumar o a contar con Epi y Blas.
En cualquier caso lo que nunca se me habría pasado por la cabeza, es que el contenido de Barrio Sésamo fuera para adultos y no apto para los niños de preescolar de hoy. Es decir, un Barrio Sésamo con dos rombos, que es como califican los EEUU a la nueva edición en DVD de las dos primeras temporadas de la serie.
Y es que según ha declarado la productora ejecutiva del programa, Carol-Lynn Parente, hay modelos de comportamiento de entonces que hoy no son aceptables. Y yo, por mucho que me esfuerzo, no logro encontrarlos. Pero no hay cosa mejor que una mente retorcida para ver conductas pervertidas, que pueden afectar irreversiblemente al inconsciente infantil, en cualquiera de las escenas de esta serie.
En el primer episodio de Barrio Sésamo, que se emitió en noviembre de 1969, una niña se hacía amiga de un desconocido que la invitaba a su casa a comer leche con galletas, algo que, ante los continuos casos de pederastia, hoy sería inconcebible. También hay una escena en la que Epi le pide a Blas que le pase el jabón mientras está en la ducha. Hace ya tiempo que saltó la polémica sobre si los dos muñecos que vivían en un bajo algo cutre eran una pareja gay y por lo tanto peligrosos para los niños. O la barbaridad de que Triqui, el monstruo de las galletas, se hinchara a galletas o fumara en pipa y después se la comiera, o que Blas fuera un cascarrabias, O que Óscar fuera un cínico algo depresivo, además de revolver en las basuras.
Vamos, todo un hallazgo para los psicólogos de hoy en día, que han decidido censurar las escenas de entonces y adaptarlas a los tiempos modernos para no poner en peligro a los niños. Así, en la nueva versión, ya pasada por la censura psicológica, y teniendo en cuenta, entre otras cosas, la obesidad que hoy sufren los niños, el famoso Triqui devora zanahorias en vez de galletas.
Menos mal que aseguran que son los telespectadores de hoy en día los que se han vuelto hipersensibles y no que los guionistas de Barrio Sésamo tuvieran segundas intenciones, porque si no ya hubiera sido el colmo de la estupidez.
Total, que en ese país donde está permitido llevar armas, insultar abiertamente a su presidente, o quemar la bandera nacional, el nuevo DVD de Barrio Sésamo ya no es para niños.
Pos vale.
Total, que en ese país donde está permitido llevar armas, insultar abiertamente a su presidente, o quemar la bandera nacional, el nuevo DVD de Barrio Sésamo ya no es para niños.
Pos vale.
Marg
3 comentarios:
Curioso, realmente. No se me había ocurrido semejantes cosas. Pero son ciertas.
No les falta razón por cierto. Pero hay que tener cuidado y no exagerar (los dos que viven bajo un mismo techo pueden tranquilamente compartir una renta).
Entre otras cosas, deben resolver las mentes retorcidas de sus estudiantes lo antes posible ¿o me van a decir que esos asesinos de universidad vieron mucho Plaza Sesamo?. saludos.
Ahora entiendo lo mío de arremeter con una escoba a modo de lanza contra los kioskos de prensa, será porque yo era de los que veían D. Quijote.
Yo me pregunto, ¿no serán los psicólogos los que tienen la mente tan retorcida, como para ver ese tipo de cosas?
Se cree el ladrón que son todos de su condición.
Un saludo de otra Blogera.
www.lunacruz.blogspot.com
PD: Enhorabuena por tu Blog.
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