jueves, 31 de enero de 2008

Que venga Dios


Dice un amigo mío, piloto de Iberia, que de tanto volar, tanto sube y baja, la presión y todas esas cosas, lo que se les acaba volando es la cabeza y la mayoría de sus compañeros de profesión, con la edad, acaban estando algo majaretas. Y siempre que lo dice, pienso que mientras no se les vaya la olla en pleno vuelo, pues un viaje más que habrán hecho los inconscientes pasajeros.

Y me he acordado de la teoría de mi amigo al leer la noticia de que hace unos días, en un vuelo de Air Canadá que hacía el trayecto Toronto-Londres, los pasajeros vivieron auténticos momentos de pánico y angustia por culpa del piloto.

Aunque la versión oficial de Air Canadá ha querido quitarle hierro al tema señalando sin más que un miembro de la tripulación no se encontraba bien y que en ningún momento la seguridad de los pasajeros o de la tripulación corrió peligro, los pasajeros cuentan que en un momento del trayecto, el piloto salió de la cabina muy alterado, como si hubiera perdido el juicio, y a voz en grito profería insultos y preguntaba por Dios porque quería hablar con él.

Como sería la historia que, viendo el estado del piloto, y la histeria de los pasajeros, el resto de tripulantes arrastraron al piloto a una parte de la cabina y decidieron llevar a cabo un aterrizaje de emergencia en el aeropuerto irlandés de Shanon, más próximo en la ruta que el de Heathrow, adonde se dirigían.

Pues va a ser verdad lo que dice mi amigo. Imagina por un momento la situación. Yo también estaría pidiéndole a Dios que apareciera, pero a la voz de ya!!

Marg

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Uff no quieras saber lo que se cuece entre ese sector...te lo dice una que sabe algo de eso. Lo que si esta claro es que la presion jode las neuronas, solo tienes que ver las pocas que tienen las azafatas y como vuelven de perjudicados los clientes (al menos los mios). ¡ Feliz fin de semana !

Anónimo dijo...

Pobre ese infeliz que ya no pudo más con la presión y sufrió un ataque de esquizofrenia. La verdad es que es mucha responsabilidad la de llevar sobre sus hombros la vida de muchos que disafrutan de la horrible comoda del avión y del whisky tamaño small. Ya me imagino como habrán estado los pasajeros: en una situación como esa se acabaron los ateos. Saludos.

Anónimo dijo...

Madre mía, a mí ya me gusta poco volar como para leer estas historias ...

 

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