martes, 8 de enero de 2008

¿Hiperactivos?

Hace unos años, tampoco tantos, se decía que los niños eran traviesos o vagos, según el caso. Hoy son hiperactivos, padecen el síndrome de déficit de atención (el TDAH) y se les mantiene a raya a base de psiquiatra y pastillazo al canto.

Por desgracia he vivido de cerca uno de estos casos y aún hoy, cuando se supone que el síndrome está superado, todavía relucen algunos de sus efectos, digamos colaterales, de varios años intentando apaciguar y alentar a un chaval a base de medicación y con carencias de otro tipo.

Me ha llamado la atención un artículo sobre esta enfermedad, que lleva unos años de moda como el mal de los adolescentes, y que hoy ya no se diagnostica sólo en la consulta de un neurólogo, sino desde los mismos colegios, que ya cuentan con determinados protocolos para asesorar a las familias. Hoy existe una gran polémica al respecto entre psiquiatras, partidarios de la medicación como remedio para paliar los efectos del síndrome, los psicólogos, partidarios de tratar los trastornos de la conducta desde el origen familiar y social de los chavales, y padres, preocupados por las consecuencias que puede representar habituar a sus hijos a pasar el día enganchados a las pastillas para conseguir tener un comportamiento digamos normal.

Me inquieta la facilidad con que se diagnostica hoy el síndrome a un niño, que en ocasiones, solo es vago, metepatas o inquieto, y que por supuesto es en parte una molestia para profesores y, desgraciadamente, también para sus padres. Pero sobretodo, lo que más preocupa es que la solución, en la mayoría de los casos, sea una caja de pastillas que el niño debe tomar para desayunar, merendar o cenar.

No digo que todos los casos sean iguales, y por supuesto no niego la existencia del síndrome y de que, en algunos pacientes, sus efectos puedan paliarse con medicación, pero por experiencia puedo decirte que se detectan determinados síntomas y se achacan al TDAH, sin profundizar en otros posibles problemas del entorno familiar o escolar que puedan ser los causantes reales de la actitud que presentan estos niños. Y ante eso, las pastillas no consiguen cambiar nada, excepto que un niño de 14 años tenga claro que para poner un pie en el suelo y ser “normal” necesita un chute.

Puede parecerte algo exagerado, pero en muchos de estos casos, nadie se preocupa realmente de cuáles son los auténticos problemas del niño que llevan a determinadas actitudes, que en el caso que yo he vivido, venían derivadas de problemas afectivos y familiares, y que evidentemente, con los años, persisten agravados, a pesar de las pastillas.

Ante el auge de este síndrome, algunos especialistas empiezan a pedir mayor rigurosidad y análisis de los pacientes antes de diagnosticar definitivamente la enfermedad ya que en muchas ocasiones el problema es que el niño no tiene o no sigue pautas de conducta, sencillamente porque no se las han enseñado.

Según uno de los neurólogos entrevistados en el reportaje que he leido "Tenemos que tener cuidado y no empezar a medicar a los niños, como quizá se hace con los adultos... Ahora ya nadie aguanta nada, nadie quiere sufrir ni encontrarse mal, siempre hay que estar contento y sin preocupaciones"....Al igual que nuestro cuerpo nos dice a veces que algo va mal y que hay que cambiar algunas cosas, con los niños ocurre lo mismo: hay que preguntarse si el clima familiar incide en que no duerma, se enfade y pierda el control. A menudo, hay que cambiar costumbres en vez de escudarnos en una medicación 'para que no nos dé la lata".

La polémica entre especialistas ante una enfermedad que, a diferencia de otras como la epilepsia, afecta totalmente a la conducta de nuestros hijos, hace que los padres bailemos en la cuerda floja al abordar este trastorno cada vez más presente en los colegios.

¿Serán más proclives a las adicciones los niños hiperactivos? De nuevo, surge la controversia. Según una neuróloga especialista en el tema, "La medicación debe ser lo último, y tras una buena evaluación". Escéptica, piensa que "la medicación tiene un espacio, pero su acción es limitada y acusa cierta presión de las empresas farmacéuticas para colocar sus fármacos. Pero "si todo se basa en la pastilla, pueden ir de una otra sin resolver el problema de fondo…Sería algo así como administrar determinados antibióticos a un paciente sano que sólo tiene una infección de tipo viral o que no tiene la bacteria que se pretende combatir.

Claro que en como en muchas cosas, posiblemente sean nuestras conductas como padres las que haya que revisar. Parece ser que, no sólo los niños hiperactivos son los únicos candidatos a estar sobre medicados, y que cada vez hay más padres que piden ayuda en la farmacia para acabar con los berrinches o facilitar el sueño de sus hijos.

Nadie dijo que ser padres fuera tarea fácil.

Marg

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