Desde hace varias semanas sigo atónita el debate surgido en torno al aborto en España y la llamada “caza de brujas” que se está llevando a cabo a las clínicas de aborto y a las mujeres que deciden abortar.
Hasta hoy, no había querido entrar en esta polémica porque bastante hablan ya todos los medios y porque sinceramente siento algo de vergüenza respecto a cómo está evolucionando el tema, una especie de barrizal entre políticos e Iglesia, en el que parece sinceramente que lo que menos importa es la mujer y esa supuesta vida truncada que defienden los partidarios de las asociaciones provida.
Pero la noticia que he leído hoy me ha parecido tan aconjogante, por decirlo finamente, que no me permite seguir obviando el tema. La ley española no cubre todos los supuestos sin ambigüedades, la sanidad pública no se hace cargo y los centros privados se niegan a practicar abortos con más de 22 semanas ante la campaña emprendida en los últimos meses por determinados sectores -con causas judiciales abiertas en Madrid y Barcelona, denuncias y amenazas constantes por parte de grupos provida, y jueces citando a declarar a mujeres que han interrumpido su embarazo. Eso sin olvidar las palabras de Ana Botella, concejal del Ayuntamiento de Madrid, en las que habla de trituradoras y de despojos de fetos de siete meses.
Aunque todavía, gracias a Dios, no tenemos ni rastro de tales fotos ni en las causas judiciales aparecen fetos de siete meses, lo cierto es que las clínicas no se arriesgan a recibir más denuncias y, ante la imposibilidad de abortar en España, la solución está siendo enviar a las mujeres a Paris, a hospitales de la Seguridad Social Francesa, donde el aborto es libre durante las 12 primeras semanas o después si peligra la salud de la mujer o hay riesgo de que el niño sufra una grave o incurable enfermedad. Es una ley de plazos con dos supuestos añadidos sin límite temporal, y en la que la sanidad pública se hace cargo de las intervenciones, aún respetando la objeción de conciencia de los profesionales.
¿Increíble no? En esta España que parece tan moderna y tan libre, hablamos del aborto de igual forma a como ocurría unos treinta años atrás cuando las españolas no abortaban en España porque se iban de fin de semana o en viaje misterioso a Londres.
Aunque todavía, gracias a Dios, no tenemos ni rastro de tales fotos ni en las causas judiciales aparecen fetos de siete meses, lo cierto es que las clínicas no se arriesgan a recibir más denuncias y, ante la imposibilidad de abortar en España, la solución está siendo enviar a las mujeres a Paris, a hospitales de la Seguridad Social Francesa, donde el aborto es libre durante las 12 primeras semanas o después si peligra la salud de la mujer o hay riesgo de que el niño sufra una grave o incurable enfermedad. Es una ley de plazos con dos supuestos añadidos sin límite temporal, y en la que la sanidad pública se hace cargo de las intervenciones, aún respetando la objeción de conciencia de los profesionales.
¿Increíble no? En esta España que parece tan moderna y tan libre, hablamos del aborto de igual forma a como ocurría unos treinta años atrás cuando las españolas no abortaban en España porque se iban de fin de semana o en viaje misterioso a Londres.
Este es un tema peliagudo, que puede afectar a la campaña electoral y que está claro que el ámbito político ha preferido dejar para el que venga después del 9 de marzo, por eso de no ponerse en contra, de una u otra forma, a muchos votantes. Pero lo que parece evidente, pese a quien le pese, es que una mujer que quiera o necesite abortar, lo va a hacer de forma legal o de forma clandestina si pintan bastos.
Por otro lado, y dudando ya de que quien sea que gane las elecciones quiera meterse en faena con este espinoso tema que hiere muchas sensibilidades, creo que deberíamos separar las leyes de los principios religiosos, morales y personales. Sería recomendable que las leyes existieran para evitar abusos pero no para restringir las libertades personales y luego, allá cada uno con su moral y con su vida.
Odio las posiciones radicales de ambos bandos. Ni creo que el aborto deba usarse a modo de anticonceptivo y para ello abogo por la formación y la prevención, ni creo que sea un pecado mortal y que se deba juzgar de asesina a una mujer que tome la dura decisión de abortar por la razón que sea.
Por otro lado, y dudando ya de que quien sea que gane las elecciones quiera meterse en faena con este espinoso tema que hiere muchas sensibilidades, creo que deberíamos separar las leyes de los principios religiosos, morales y personales. Sería recomendable que las leyes existieran para evitar abusos pero no para restringir las libertades personales y luego, allá cada uno con su moral y con su vida.
Odio las posiciones radicales de ambos bandos. Ni creo que el aborto deba usarse a modo de anticonceptivo y para ello abogo por la formación y la prevención, ni creo que sea un pecado mortal y que se deba juzgar de asesina a una mujer que tome la dura decisión de abortar por la razón que sea.
¿Porqué hay que obligar a alguien a traer al mundo a un ser al que no quiere?, ¿es que después si no aborta, va a ayudarla alguien a superar los problemas que le suponga a su vida el nacimiento de ese ser?.
No sé si la famosa ley de plazos, que se presenta como la solución a este farisaico debate, resolverá el problema del aborto en España o empezaremos, como hace treinta años, a ver aviones repletos de mujeres dirigiéndose a Paris, o montones de niños abandonados a las puertas de los conventos o directamente en los containers.
Extraña forma ésta de avanzar hacia el progreso y las libertades personales.
Marg
9 comentarios:
Lo que más me llama la atención es que menciones que esto pasa en España aunque parezca moderna y libre.
Yo creo que en casi todos los aspectos aún estamos muy lejos de ser un país moderno y libre, muy muy lejos. Así que no es de extrañar la que se ha liado con el tema del aborto, las manifestaciones pro familia tradicional del fin de semana, etc.
Aún planea sobre buena parte de la sociedad española lo que predica la sacrosanta y anticuada iglesia católica y eso nos lastra.
Pienso que a la iglesia no le gusta perder el poder que tuvo. Si a ello unimos que muchos derechones pertenecen a instituciones decimonónicas..... MEzclese, agitese y nos encontramos con una España de charanga y pandereta como decía MAchado
¿A quien le gusta perder el poder?. Yo en toda mi vida no he conocido a nadie.
De todas maneras la España de tercera regional que tenemos, no creo que sea unicamente gracias a la iglesia y a muchos derechones. Todos parcicipamos en proporciones parerecidas para que asi sea.
Yo creo que en muchos casos confundimos la politica, la religión y la moral. Aborto ¿si o no? para mí en según qué situaciones pues sí, pero claro triturar a un feto de 7 meses pues es que para mí no es aborto es asesinato. Pero no porque lo diga la iglesia o el PP, porque lo dice la ley.
Mi posición es que se debe ayudar a la mujer de todas las formas posibles a no tener que abortar. Esa es la postura de una sociedad moderna que afronta los problemas y no los esconde. Lo moderno no es favorecer el aborto, sino, repito, afrontar los problemas que una mujer pueda tener para llegar a esa decisión siempre traumática, y conseguir que prefiera tener al hijo. Están bien claros los supuestos en los que es legal el aborto: Violación (que con el tema de la píldora del día después debería estar solventado). Malformación del feto. Algo sobre lo que hay que hacer medicina preventiva. Hoy en día hay medios que preveen estas cuestiones sin que se lleguen a momentos avanzados de la gestación. Y por último, peligro real de muerte para la madre. En este punto, algunos casos de los que he tenido noticia, la madre suele preferir arriesgar su vida si la de su hijo puede ser salvada. De todas formas, es un supuesto menos común de lo que se pueda pensar. Por último, porque me estoy alargando demasiado, sólo decir que no conozco a nadie de 20 años al que le hayan detenido su proceso de gestación a las 22 semanas. Se me entiende, ¿verdad?
Estoy de acuerdo en que no somos ni modernos ni libres, pero es lo que se empeñan en hacernos creer.
Y también insisto en que una cosa es la política, otra la religión y otra muy distinta la moral.
Lo que realmente tenemos es un país de hipócritas.
Saludos a tod@s
Estoy de acuerdo contigo Luis en que si inviertiéramos más en prevención no haría falta lamentarse después.
Hace muchos años acompañé a una amiga abortar y me pareció patético el hecho de que estuvieran allí por segunda y tercera vez adolescentes acompañadas de sus mamás y mujeres maduritas, que mejor hubieran hecho en informarse e invertir en anticonceptivos que acudir a la clínica como quien va a la panadería.
Pero sigo pensando que aunque traumática, debe ser una decisión personal, y excepto en casos de violación, no sólo de la mujer sino también del padre.
Estida Marg
Tú dices:
«Sería recomendable que las leyes existieran para evitar abusos pero no para restringir las libertades personales y luego, allá cada uno con su moral y con su vida»
Te respondo
Estoy de acuerdo contigo, yo también detesto las leyes que restrinjan las libertades personales y que cada quien haga con su moral y su vida lo que quiera. Pero la libertad no sólo de las mujeres sino de todos nosotros en general termina cuando empieza el derecho de otra persona. La mujer tiene derecho a hacer con su vida y con su cuerpo lo que desee (en eso estoy de acuerdo con las feministas). Pero ese derecho tiene un límite: si ella queda embarazada su libertad termina cuando comienza el derecho del no nacido. En ese caso, podrá disponer de su cuerpo como quiera pero con los límites que la impone el derecho a la vida del ser recién engendrado, que ya es otro cuerpo sobre el que ni la propia madre puede disponer ni mucho menos matar
Tú dices:
« ¿Porqué hay que obligar a alguien a traer al mundo a un ser al que no quiere?, ¿es que después si no aborta, va a ayudarla alguien a superar los problemas que le suponga a su vida el nacimiento de ese ser?»
Te respondo
Una mujer puede o no querer al hijo de sus entrañas, pero la realidad es que esa vida ye existe y debe respetarla. Yo puedo odiar y detestar a una persona pero no por eso voy a matarla. Lo mejor que puedo hacer es distanciarme de ella y ya no verla más.
Lo mismo, una mujer puede no querer a un hijo del que está en cinta, pues que lo tenga y después lo dé en adopción. Hay muchas instituciones que acogen niños recién nacidas cuyas madres no los desean. Cuántos hogares sin hijos que desean uno y que estarían dispuestas a adoptar.
Por otro lado, sí traer al mundo a un hijo que no se quiere es un problema. Eso lo entiendo. Pero te sugiero que leas estudios sobre los efectos pos traumáticos de mujeres que atraviesan por un aborto. Eso deja en la mujer secuelas de por vida.
Lo que me sorprende es cómo algunos asocian la palabra moderno con el aborto.
Otra cosa, el problema de los anticonceptivos es que muchos son abortivos y que no son siempre seguros. Se quiera o no, siempre hay el riesgo de un embarazo indeseado.
Creo que la educación sexual no pasa porque te enseñen a usar anticonceptivos; para por que te brinden una recta visión de la sexualidad, esto es: que sexo y procreación y amor son tres “variables” que deben ir de la mano y que por más que se quiera no pueden separarse. Al final la naturaleza siempre se las ingenia para mantener estas tres variables juntas, y ningún método artificial ha tenido un cien por cien de éxito en separarlas
Anónimo, como ves éste es un tema que genera polémica por la multitud de visiones que hay sobre el mismo.
Yo respeto la tuya, aunque no la comparto. Tengo una hija de 14 años con la que me empeño todos los días en ofrecerle una buena formación en todos los aspectos de la vida. Si por desgracia se quedará embarazada, con esta edad, no creo que mi consejo fuera que siguiera adelante con el embarazo, ni siquiera para dar al niño en adopción (otro mercado que me repugna).
Efectivamente sexo, procreación y amor pueden ser un todo, pero no siempre van de la mano.
Saludos
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