miércoles, 25 de julio de 2007

Veranito

Ayer cuando leía la columna que escribió Rosa Montero, Apoteosis, tuve un susto repentino. Su teoría es que aprovechando el verano a menudo suceden cosas terribles, amparadas en la dispersión y el descuido veraniego.

Su columna trataba sobre el sacrificio de muchos animales a costa de las tan celebradas fiestas patronales de cualquier lugar. No quisiera iniciar un debate sobre el tema, que daría para horas y horas, sólo compartir contigo mi sentimiento de mea culpa.

Sí, yo soy una de esas personas que en verano desconecta de todo. Vulgarmente decimos “hay que desconectar” pero en mi caso la desconexión es sobre todo de la actualidad y de la fea realidad a la que todos los días del año me enfrento cuando abro un periódico o veo un telediario.


Así que yo en verano paso de las noticias (entre otras muchas cosas como del reloj, de los vecinos, de los plastas etc.). Pero claro, a punto de empezar mis vacaciones me encuentro con esta teoría y me ha desarmado. Y ahora ¿qué hago? ¿qué estarán preparando por ahí para que a la vuelta nos encontremos con el follón montao?.

No sé querida si cambiaré o no esta costumbre tan mía, compartida con la mitad del país porque sino no existiría la teoría, y dejaré de lado un rato la desinformación para husmear cual sabueso qué se está cociendo por ahí.

La verdad es que pasar pasan muchas cosas. Algunas deleznables, como lo del juez de Murcia, trágicas como las pateras y las decenas de personas muertas en el intento de alcanzar el sueño, políticas como los cambios de ministros en pleno veranito, apagones en la city barcelonesa, incendios, el cambio climático en el más puro estilo azotando Europa, el caso de “El jueves” (que según la teoría de la sra. Montero si hubiera ocurrido más entrado el verano habría pasado inadvertido) etc..

También es cierto que, muy de vez en cuando aparece alguna que te hace sonreír. Entre esas, que son pocas, me quedo con la del espía. Sí, porque entre otras cosas yo pensaba que los españolitos no servíamos para eso de guardar secretos, con esa cualidad tan innata que tenemos de contarle todo a quien nos quiera oír.

Pues ya ves, estaba equivocada y encima de que sí tenemos espías también saben jugar a eso de vender secretos a los “otros” y ser agentes dobles al más puro estilo James Bond.

En fin. Que tendré que llamar a esa amiga mia que estaba saliendo con un tio que decía ser espía. Como comprenderás no me lo tragué y aconsejé a mi amiga que lo enviara a hacer gárgaras, que seguramente en realidad lo que sería es un pirao y que se alquilara en el video “Mentiras arriesgadas” para ver de qué va esa historia.

Qué faena si al final es un espía de verdad ¿no? Porque, encima, el tío estaba como un queso.

Merx

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