lunes, 2 de julio de 2007

Arrebato de moralidad

Es curioso que todavía haya noticias que sean capaces de asombrarte. Y lo mejor es que éstas casi siempre están fuera de los temas de interés y de los que supuestamente preocupan al mundo.


Acabo de leer que al menos 30 asistentes de ministros keniatas, en un arrebato de moralidad, han escrito una carta al presidente de la República quejándose porque no tienen nada que hacer en el trabajo y, lo que es mejor, porque consideran que su sueldo es desproporcionado con lo que hacen, que "mayormente” como dice Fiti, es leer el periódico. Además de esta inusitada protesta, exigen al mandatario keniata que les explique al detalle sus funciones.

En un día como hoy, que a mi me ha parecido de lo más gris, esta noticia me ha llegado al alma y me ha hecho esbozar una risilla nerviosa. ¿Te imaginas algo así en nuestro país? ¿Puedes llegar a imaginar a determinados cargos públicos o privados rogando que se les baje el sueldo porque les parece inmoral lo que cobran para lo que hacen?.

En mi vida laboral, como en la de cualquiera, he conocido a muchos que dicen leer el periódico, poco menos que porque lo exige el guión, ya sabes la bolsa, las noticias del sector, la competencia, el benchmarking….., otros, los menos, que reconocen no hacer nada y vivir como curas (si me permites la expresión popular), muchos que alardean del sueldazo que cobran sin reconocer que la mitad es un regalo, porque lo de trabajar… bueno digamos que trabajar no es la palabra, y otros muchos, muchísimos que sin alardear de nada en concreto, pasan el rato entretenidos en otras cosas , que no les corresponden y que además ya hacen otros, o sea, viva la productividad. Y luego, los menos, están los remeros.

Puede parecer un tópico pero ¿no crees que en muchas organizaciones hay demasiados jefes? Lo normal como pasa en otras cosas, es que sólo sea uno el que se deja la piel, y los demás se apunten los tantos. Luego, cuando la cosa va mal, también es fácil, porque hay un montón de escalones para ir dándoles patadas al marrón, hasta que finalmente el boinazo aterriza sobre la cabeza del que se dejaba la piel. O sea, para lo bueno y para lo malo hasta el final de los días.

Pero fíjate, lo que no ocurre casi nunca es que alguien exija que le detallen sus funciones. Sólo lo hace, el que curra, el que recoge los marrones, que es el mismo que no tiene tiempo ni de alardear de sueldo, ni de leer el periódico para hacer benchmarking, ni por supuesto para ser asistente de un ministro keniata.

Lo que más sorprende es que con este panorama haya empresas que funcionen.

¡¡ Vaya mundo !!

Marg

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