domingo, 15 de julio de 2007

El efecto post-evento

Este fin de semana he estado en Valencia, reciente sede de la competición de vela más antigua del mundo, la America´s Cup, y aunque ya sin equipos, barcos, y festejos deportivos, aproveché para darme un paseo por lo que durante 4 meses ha sido el Estadio del mar, el Port America´s Cup.

Tras toda la efusividad e inversión que nuestro país ha hecho en la remodelación de la capital del Turia, con la excusa de la legendaria competición, es una pena ver la dejadez, la suciedad, y la soledad que apenas 3 semanas después asolan la ciudad y sobre todo esta zona del puerto donde se han reunido la flor y la nata del deporte y la sociedad.

Edificios con cristales rotos, las flamantes bases de los equipos participantes despintadas, cubiertas de polvo, los bares y restaurantes que en su día acogieron las posaderas de miles de turistas totalmente sucios. Y lo más llamativo de todo: la ausencia. Nadie pasea ya por las concurridas avenidas del Port America´s Cup. Pero no es solo el puerto lo que se ha abandonado a la dejadez del post-evento, toda la ciudad repleta de azulejos, y espectaculares edificios remodelados para la competición, está repleta de una pátina de suciedad y desidia.

Es una lástima que en España se lance por la borda todo el esfuerzo y el sacrificio que invertimos en la puesta a punto de un gran evento. Quizá hay que esperar a ser nuevamente elegidos sede de algo importante, para que la ciudad recobre el brillo y el brío de días atrás.Pero Valencia no es el único caso. Sólo hay que echar un vistazo al escandaloso Forum de Barcelona, o al insufrible retraso de las supuestas obras que Madrid preparaba para su candidatura a las olimpiadas, o al desierto que asola el solar de la Expo de Sevilla.


Afortunadamente Valencia vuelve a estar en el disparadero de la America´s Cup y ya tiene asegurado el Circuito Urbano de Fórmula 1, con lo que se asegura una limpieza a fondo en menos de dos años.

Tal como dicen estos eventos aportan negocio a la ciudad que los organiza y sobre todo remodelan el paisaje urbanístico y las dotan de infraestructuras, pero el efecto post-evento trae la dejadez, la suciedad y por encima de todo, la soledad.A ver si ahora, Zaragoza consigue superar la crisis post-evento tras su estreno como Exposición Universal.

Quizá nuestros políticos deberían reservar una partida del presupuesto a paliar los efectos del post-evento y contribuir así a mejorar la imagen de nuestro país.

Este país de impulsos.


Marg

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