martes, 12 de febrero de 2008

¿Enamorarse o enrollarse?


Como se acerca la fecha más rosa del año, ya sabes San Valentín, nos están bombardeando con toda clase de ñoñerías relacionadas con tan celebrado día.

Para mi lo de hacer una celebración especial por estar enamorado me da risa, mucha risa. Por la misma regla de tres tendría que haber un día dedicado al desenamorado, es decir a aquél que por voluntad propia no quiere compartir su corazón con nadie. Que los hay querida, aunque se camuflen entre la multitud.

Hoy cuando he encendido el ordenador, desde la página de yahoo me ha sorprendido una pregunta que, curiosa que es una, me ha hecho pinchar el link. El texto decía así “ ¿Enamorarse en el trabajo o no?”.

La decepción ha sido alta, no porque pensara que iba a encontrar un ensayo sobre la materia, qué va, pero no esperaba una estadística sobre…los americanos!.

Así que he empezado a divagar sobre el asunto. No sé si será una cuestión para responder con un sí o un no, más bien prefiero decantarme por mi tan recurrido depende.

Sinceramente pienso que en la mayoría de los casos no es un tema de enamoramiento si no de enrollarte con alguien del trabajo. Las excusas que se esgrimen, tantas horas juntos y cosas del estilo, no son más que recursos para encontrar explicación a algo tan sencillo como te has pegado un revolcón con el de contabilidad, por poner un ejemplo.

A mi son cosas que siempre me han dado repelús. No digo que no haya sentido la tentación de dejarme llevar por la líbido en más de una ocasión, mentiría, pero siempre me ha podido más el refrán ese de “donde tengas la olla no metas la p…”. Imagina que la noche no ha sido para hacer historia, que además te ha sorprendido con una ropa interior versión Los Lunnis, y al día siguiente cuando vas a llevarle las facturas de tus proveedores te suelta un “hola cariño, qué noche! . Y nunca más vuelves a contabilidad.

Sí, ya sé, que una no debe ir desaprovechando oportunidades así como así. Que con las horas que pasamos en el trabajo no estaría mal darle un toque de “emoción” para ir a la oficina con otro ímpetu por las mañanas, lo sé.

Quizás es que hay que tener en cuenta el trabajo en el que estés, claro. En el mío el casting de los chicos nunca ha sido para tirar cohetes, la verdad, y algunos eran verdaderamente el freno de la lujuria. Así que entre el refrán y el “ganao” no me he decidido. Todavía.

Y tú ¿enamorarse en el trabajo o no? (también es apta la opción enrollarse, que aquí no queremos dulcificar la realidad).

Merx

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo he hecho buenos amigos en el trabajo, pero nunca me he sentido atraída por ninguno de mis compañeros hasta el punto de plantearme esa decisión.

Creo que no los veo como hombres disponibles ni como opciones viables (a parte de que yo ahora ya estoy muy bien servida,jeje).

Supongo que todo se puede dar claro, cada persona es diferente.

Anónimo dijo...

Es relativo. Además tener cuidado con quien lo hace, porque puede haber chantajes de pòr medio.
No digo que de esta agua no he de beber, pero no lo haría porque hay que ser consciente de las consecuencias. Saludos.

Anónimo dijo...

Uff, yo soy de las de: "donde tengas la olla..." Además, te das un revolcón, es un desastre y le tienes que ver todos los días...

 

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