Por desorbitada, la llaman “el padre de todas las sanciones”. Y es que el castigo impuesto por la FIA a McLaren, 72 millones de euros, la mayor multa en la historia de la Fórmula 1, nos deja a muchos haciendo cálculos de lo que se podría llegar a hacer con esta colosal cantidad de dinero.
A pesar de los incalculables ceros que lleva la sanción y a los que se añaden, supongo, las pérdidas que para McLaren supone perder todos los puntos del Mundial de Constructores, parece que el sentir general respira hondo por que al menos los pilotos del equipo británico, y en nuestro caso, especialmente Alonso, se han librado del chaparrón del castigo.
No sé decir si en este desorbitado mundo de cifras en que se mueve el deporte de la F1, un caso de espionaje se merece esta u otra sanción. Yo siempre he pensado que el juego sucio debe prescindir de los jugadores que lo provocan, pero claro cuando la partida depende de las cantidades ingentes de dinero procedentes de patrocinadores, derechos de televisión, etc... la cosa es más complicada y hay que sancionar pero sin pasarse, no vaya a ser que el exceso acabe con este rentable espectáculo.
De momento la estrategia de la FIA salva la temporada, aunque revisará el caso en diciembre para asegurarse de que la escudería británica no vuelve a las andadas con otra jugada a Ferrari. La Federación teme que la escudería de Ron Dennis aproveche la información obtenida este año para el Mundial del año que viene, en cuyo caso ha advertido de nuevas sanciones.
Ahora le toca jugar a McLaren, que dispone de 24 horas para apelar la decisión. Lógicamente la escudería de Dennis no quiere quedarse sin un Mundial, el de Constructores, que lideraba con 23 puntos de ventaja sobre Ferrari, ni tampoco asumir la cuantiosa multa, que se descontaría de los derechos de televisión que le corresponden.
Habrá que esperar al final del plazo para conocer hasta dónde llega la presión de los intereses económicos y en caso de apelar, hasta dónde alcanza el brazo castigador de la FIA.
Mientras, los forofos de la F1 en España esperaremos a ver si nuestro Alonso, ajeno como siempre a los avatares de su equipo, cumple con su misión este fin de semana en el Gran Premio de Bélgica, que para eso le han librado de ponerle cara a la pared.
Aunque tal vez, como todos los de su equipo, tenga que copiar mil veces: “este deporte es de caballeros y desestimaré con amabilidad los ofrecimientos por parte de los otros equipos de planos e información confidencial”.
A pesar de los incalculables ceros que lleva la sanción y a los que se añaden, supongo, las pérdidas que para McLaren supone perder todos los puntos del Mundial de Constructores, parece que el sentir general respira hondo por que al menos los pilotos del equipo británico, y en nuestro caso, especialmente Alonso, se han librado del chaparrón del castigo.
No sé decir si en este desorbitado mundo de cifras en que se mueve el deporte de la F1, un caso de espionaje se merece esta u otra sanción. Yo siempre he pensado que el juego sucio debe prescindir de los jugadores que lo provocan, pero claro cuando la partida depende de las cantidades ingentes de dinero procedentes de patrocinadores, derechos de televisión, etc... la cosa es más complicada y hay que sancionar pero sin pasarse, no vaya a ser que el exceso acabe con este rentable espectáculo.
De momento la estrategia de la FIA salva la temporada, aunque revisará el caso en diciembre para asegurarse de que la escudería británica no vuelve a las andadas con otra jugada a Ferrari. La Federación teme que la escudería de Ron Dennis aproveche la información obtenida este año para el Mundial del año que viene, en cuyo caso ha advertido de nuevas sanciones.
Ahora le toca jugar a McLaren, que dispone de 24 horas para apelar la decisión. Lógicamente la escudería de Dennis no quiere quedarse sin un Mundial, el de Constructores, que lideraba con 23 puntos de ventaja sobre Ferrari, ni tampoco asumir la cuantiosa multa, que se descontaría de los derechos de televisión que le corresponden.
Habrá que esperar al final del plazo para conocer hasta dónde llega la presión de los intereses económicos y en caso de apelar, hasta dónde alcanza el brazo castigador de la FIA.
Mientras, los forofos de la F1 en España esperaremos a ver si nuestro Alonso, ajeno como siempre a los avatares de su equipo, cumple con su misión este fin de semana en el Gran Premio de Bélgica, que para eso le han librado de ponerle cara a la pared.
Aunque tal vez, como todos los de su equipo, tenga que copiar mil veces: “este deporte es de caballeros y desestimaré con amabilidad los ofrecimientos por parte de los otros equipos de planos e información confidencial”.
Marg
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