lunes, 24 de noviembre de 2008

Cenas con pedantes

Hoy he ido a comprarme un libro que necesitaba para el trabajo y ese defecto mío de pararme donde no me llaman me ha llevado hasta el “Manual de supervivencia en cenas urbanas”. Me ha atrapado de tal forma que no he tenido necesidad de comprarlo porque casi lo he medio leído en la misma librería. Y es que me he visto en cada una de sus páginas, como víctima sin remedio sentada a la mesa de muchas de esas cenas.

Los autores del manual afirman que en estos tiempos de delirio gastronómico, cuando la comida se ha convertido en espectáculo sofisticado y los chefs están en la vanguardia del arte, es preciso recordar que sólo una conversación interesante, y si es posible culta, tiene el poder de transformar un banquete en una ocasión inolvidable. Poco importan las delicias culinarias cuando la charla deja mucho que desear o cae horrorosamente en la banalidad.

Y para sobrevivir a esas cenas, y de forma muy irónica, los autores te proporcionan una imparable ristra de frases filosóficas para hacer frente a algunos de los personajes típicos que siempre encontramos en ese tipo de eventos de compromiso a los que no te quedan más bemoles que calzarte los tacones y acudir con una sonrisa.

La verdad es que describiendo a los personajes, y a lo mejor me ha faltado leerme el libro completo, los señores se han quedado cortos. Porque el elenco de pedantes que te encuentras en las cenas de postín es una fuente inagotable de páginas para este tipo de manuales. Y hablando de personajes, y de pedantes, me viene a la memoria la pareja a la que yo llamaba los “barbikent caducos”, y que por suerte o por desgracia he tenido que aguantar durante muchos años en estas cenas “ideales”.


Los “barbikent caducos” son el auténtico tándem donde se dan cita el peloteo más profesional y la pedantería más insoportable, el aparentar por encima de todo y mirar por encima del hombro a los que no tienen cargo de director general, el pretender hablar de todo en todo momento con la ignorancia más profunda patente siempre en todo lo que dicen. En definitiva, una terrible mezcla entre la ropa de marca y los últimos avances de la tecnología expuestos en la mesa a la hora de cenar con un intento por tapar sus auténticas raíces y la poca cultura que les rodea.

Y luego está "el Pollas", que dado el carácter filosófico aunque irónico del Manual, no debe tener lugar en las cenas de los autores. Pero también existe, y doy fe de ello. Ejecutivo agresivo, con casoplón en zona residencial de potentados y políticos, vestido con lo último de Hugo Boss y mirando constantemente la hora para que todos podamos ver su Patek Philippe de platino en la muñeca. El Pollas se mantiene a la escucha durante el aperitivo y el primer plato, asintiendo con la cabeza y el ceño fruncido mientras el resto hablan de los vaivenes de la bolsa, pero en realidad disimula, no se entera de nada y envía mensajes desde su “blackburri” sin parar, aunque se los envía a él mismo porque no nadie le contesta.

Y de repente y sin saber a cuánto de qué, cuando llega el postre, se guarda la “blackburri”, pone las manos encima de la mesa para mostrar de nuevo su Patek Philippe de platino, adopta la postura de un congrio a punto de ser pescado, se acerca a los que tiene más cerca y señalando a la camarera dice “esa si que tiene un buen culo” y entonces se emociona, se embala, y te hace una disertación de 10 minutos, supuestamente graciosa, sobre alguna aventura de su miembro viril, para después sumirse otra vez en un profundo silencio, mientras los demás, atónitos, continúan con la crisis mundial.

Por hoy, y por no hacer interminable el post, me freno aquí, pero me voy a seguir con la lista de pedantes que acuden a las cenas. A lo mejor yo también hago un manual, menos fino, de cómo son y cómo soportarlos. Porque a éstos no hay frase ni filósofo que pueda pararlos.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Por lo que parece podrías hacer un manual muy completo,jeje.

Yo por suerte hace tiempo que no tengo esas obligaciones.

Anónimo dijo...

Lo malo es cuando a ese tipo de personajes les has de aguantar a diario, por ejemplo en la oficina, no sólo en una cena...
Pero bueno supongo que ese sería argumento para hacer otro libro: "Manual de supervivencia en el trabajo". Aunque haría falta una enciclopedia entera, no bastaría con un solo libro!

José Ignacio García Martín dijo...

Qué casualidad, tú. Ayer mismo hablaba yo de estas cosas en mi blog.
Que nos dejen comer en paz, ¿no?

roxana dijo...

HOLA MUJERES ESPAÑOLAS! ACA DESDE ARGENTINA QUIERO ENGANCHARME CON USTEDES,. Me gustaría que enlazaran mi blog y asi seguimos conectadas. es: mujeresdescosidas.blogspot.com
MUY INTERESANTE EL TUYO....
UN BESO Y ACLARO QUE CON LOS PEDANTES Y NECIOS NADA!!!!!HAY QUE HACER UN MANUAL DE LA SUPERVIVENCIA CON EL HOMBRE , EN SU TOTALIDAD!!!! JAJAJAJA VARIOS TOMOS!!!!!
Roxana

 

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