domingo, 14 de septiembre de 2008

Sea usted normal


Un duro verano, la verdad. He combinado las vacaciones familiares con el trabajo, las siestas con las reuniones, los baños en el mar con las negociaciones del año que viene. Total que se ha acabado el verano como empezó, sin darme cuenta. Y a estas alturas, en las que ya no hay siestas, ni baños en el mar ni días de 24h con la familia, todavía no se si he hecho vacaciones o no.

Y ahora dicen que todo vuelve a la normalidad, básicamente porque los niños vuelven a los colegios, los libros al aeronfix, los atascos a las horas punta, la palidez a la piel, y el horario de trabajo hasta las tantas de la noche.

Yo agradezco esta vuelta a la normalidad, tal vez porque este verano no ha sido de los de tardes de piscina hablando con las amigas, ni fogatas en la playa a la luz de los chiringuitos, ni siquiera de exceso de gin-tonics a media noche. Ha sido una especie de desparrame general, en el que mi tiempo libre lo he dedicado a controlar la ansiedad que me provoca el exceso hormonal de mi hija adolescente y su pandilla.

Así que hoy, casi a mediados de septiembre, y entre la astenia veraniega y esa especie de obsesión por los buenos propósitos que siempre se apodera de mí tras las vacaciones de verano y navidad, he decidido que ya era hora de ponerme las pilas, volver a la hoja en blanco, y activar el blog. Y el gusanillo que me ha despertado de mi letargo y me ha animado a volver a darle a la tecla, además de los ánimos de muchos de vosotros, lo he encontrado leyendo las conclusiones a que han llegado un grupo de psicólogos participantes en el Curso “Aprendiendo a ser feliz”.

Aparte de los topicazos que suelen conllevar los temas sobre la felicidad, carne de cañón de los mal llamados manuales de autoayuda, sobre la importancia de valorar las cosas que nos ofrece la vida y afrontar las situaciones con sentido del humor, hay algo que, sin dejar de ser bastante obvio, ha llamado poderosamente mi atención.

El doctor en Psicología y profesor de la Universidad Complutense de Madrid Javier Urra ha asegurado que, para ser feliz, "hay que pedir a la vida lo que la vida puede dar, porque a veces le pedimos cosas excesivas. Y aún más importante, el doctor Urra, a pesar de lo que oímos cada día sobre lo que deberíamos ser, concluye algo bastante simple y a la vez complejo: no obsesionarse con ser el mejor. Pretender ser supermán, superwoman, superpareja, superpadre, al final no es positivo. Simplemente, hay que dedicarse a ser normal.

Así que mis propósitos para el nuevo curso van a ser pedirle a la vida sólo lo que me pueda dar, sonreír, porque no hay mejor carta de presentación que una sonrisa, y, ante todo, ser normal.

P.D. Aunque digo yo que cómo sabemos si la vida no puede darnos más de lo que realmente nos da. Ese será tema para otro curso.

Bienvenidos de nuevo a Mujeres y qué.
Marg

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Jo, Marg!¡Qué alegría! Menudo mono con tu ausencia. Ya empezaba a pensar que te habías esfumado de la blogfera.
Si que es duro el retorno vacacional. Y este año no se que pasa que todo el mundo viene como hecho polvo, con depre, etc. Será la psicosis o no de la crisis.
El curso ese del profesor Urra se puede resumir tambien con la manida frase, ademas de bastante cursi, de Rabidranatha Tagore de "si de noche lloras por el sol, las lágrimas te impedirán ver las estrellas".
Feliz retorno, Marg. Seguiré leyendo tus buenos post.

Anónimo dijo...

Gracias Luis:
Personas como tu son las que me han hecho volver.
Un abrazo

Anónimo dijo...

La sonrisa es básico y no ponermos metas imposibles tampoco es un mal consejo, disfrutar de las cosas sencillas y de los momentos agradables también.

Ahora pedir ... pedir es gratis. Así que yo seguiré soñando con lo que haría si me tocara la primi,jeje.

Anónimo dijo...

¡ Bienvenido huracan Marg !

 

© 2008 - diseñado por doxs | templates - todos los derechos reservados