Hoy nos hemos levantado con el fantasma del crash de 1929 revoloteando por nuestras cabezas. Las noticias en la prensa sobre el avance de la crisis económica mundial no pueden ser más apocalípticas y la imagen de los empleados del banco Lehman Brothers, caja en mano con sus pertenencias personales camino a casa, hace pensar que la crisis está todavía lejos de esfumarse.
Ayer Wall Street cerró con el mayor descenso desde el 11-S y hoy los mercados mundiales se desploman arrastrados por la crisis en EEUU. La quiebra de Lehman Brothers, el cuarto banco de Estados Unidos, no hace más que alimentar el temor a que continúe la cadena de quiebras bancarias y que otros mercados, como el de las aseguradoras, resulten también afectados ya que a estas alturas de la película son muchas las compañías que arrastran en sus balances números rojos, y que han empezado a anunciar cierres, restricciones y por lo tanto despidos.
Y el problema es que, según los expertos, los efectos de esta gran bola de nieve, que propaga las consecuencias de las malas prácticas económicas llevadas a cabo durante años, no han llegado todavía a su peor momento y empiezan a pasar una enorme factura a la economía del pueblo llano.
Además de que lo más probable es que se encarezca el precio del dinero, aumente los impagos, y que las entidades bancarias se vuelvan más restrictivas a la hora de prestarlo, cada día más trabajadores salen de la oficina, caja en mano, y se afilian a las listas del paro.
Ante esta caótica situación, que ya dura más de un año, y que algunos se han resistido a llamarla por su nombre creyendo tal vez que un derrumbe de tal calibre era “técnicamente improbable”, yo me pregunto qué están haciendo realmente nuestros políticos, aparte de poner vendas frías a la situación diciéndonos que el sistema financiero es sólido y aguantará los embates, pasarse la patata caliente de la culpabilidad de unos a otros, o peor, seguir con los programas electorales previstos como si nada estuviera amenazándolos. ¿Dónde está la previsión, los gabinetes de crisis, las medidas urgentes y los cambios en la planificación?
El caso es que mientras algunos siguen debatiendo sobre el sexo de los ángeles y el origen del mal, esta semana, tres empresas han anunciado expedientes de regulación de empleo que afectarán a 3.000 personas, y se vaticinan muchos más hasta final de año, ya que para más INRI, muchas compañías, en vez de tomar medidas de ajustes, han visto en la situación actual la oportunidad de reducir sus costes a través del recorte de empleo, achacando sus males a los problemas que tienen con EEUU.
Sólo espero que el temor de muchos de nosotros a oír aquello de “aquí tiene una caja, recoja sus cosas, y gracias por sus servicios” sea sólo eso, un temor que se esfuma pronto.
Ayer Wall Street cerró con el mayor descenso desde el 11-S y hoy los mercados mundiales se desploman arrastrados por la crisis en EEUU. La quiebra de Lehman Brothers, el cuarto banco de Estados Unidos, no hace más que alimentar el temor a que continúe la cadena de quiebras bancarias y que otros mercados, como el de las aseguradoras, resulten también afectados ya que a estas alturas de la película son muchas las compañías que arrastran en sus balances números rojos, y que han empezado a anunciar cierres, restricciones y por lo tanto despidos.
Y el problema es que, según los expertos, los efectos de esta gran bola de nieve, que propaga las consecuencias de las malas prácticas económicas llevadas a cabo durante años, no han llegado todavía a su peor momento y empiezan a pasar una enorme factura a la economía del pueblo llano.
Además de que lo más probable es que se encarezca el precio del dinero, aumente los impagos, y que las entidades bancarias se vuelvan más restrictivas a la hora de prestarlo, cada día más trabajadores salen de la oficina, caja en mano, y se afilian a las listas del paro.
Ante esta caótica situación, que ya dura más de un año, y que algunos se han resistido a llamarla por su nombre creyendo tal vez que un derrumbe de tal calibre era “técnicamente improbable”, yo me pregunto qué están haciendo realmente nuestros políticos, aparte de poner vendas frías a la situación diciéndonos que el sistema financiero es sólido y aguantará los embates, pasarse la patata caliente de la culpabilidad de unos a otros, o peor, seguir con los programas electorales previstos como si nada estuviera amenazándolos. ¿Dónde está la previsión, los gabinetes de crisis, las medidas urgentes y los cambios en la planificación?
El caso es que mientras algunos siguen debatiendo sobre el sexo de los ángeles y el origen del mal, esta semana, tres empresas han anunciado expedientes de regulación de empleo que afectarán a 3.000 personas, y se vaticinan muchos más hasta final de año, ya que para más INRI, muchas compañías, en vez de tomar medidas de ajustes, han visto en la situación actual la oportunidad de reducir sus costes a través del recorte de empleo, achacando sus males a los problemas que tienen con EEUU.
Sólo espero que el temor de muchos de nosotros a oír aquello de “aquí tiene una caja, recoja sus cosas, y gracias por sus servicios” sea sólo eso, un temor que se esfuma pronto.
Marg
1 comentarios:
La cosa pinta cada vez más negra, es cierto.
A ver cómo acabaremos ...
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