Viendo la cantidad de gente que hoy hacía cola en todas las librerías de Barcelona, he llegado a la conclusión que debo ser de las pocas personas que no celebran el día de Sant Jordi. Reconozco que hoy pasear por el centro de la ciudad condal o incluso por el centro de mi pueblo, con miles de puestos de libros y rosas, tiene un algo especial y mucho encanto, pero a mi desde hace unos años ya no me apetece ir en busca del libro ni siquiera esperar la rosa, como mandan lo cánones.
Si has tenido la suerte de pasar la mañana paseando por las principales calles, parándote de puesto en puesto ojeando libros que de otra forma no hubieses mirado, parecía como si el tiempo se hubiera ralentizado y los agobios de la gran ciudad se hubieran quedado petrificados por unas horas. Pero a medida que avanza el día y se acerca la hora en que los puestos de libros y rosas repliegan velas hasta el próximo año, parece como si la gente enloqueciera y hasta matara por conseguir un libro, el que sea, para cumplir con la costumbre del día.
¿Por qué regalarle un libro a tu padre si lo único que ha leído durante los últimos 20 años ha sido el libro de instrucciones del coche nuevo?, ¿y por qué regalarle “cocina para inútiles”, si ya sabes que ni siquiera se va a molestar en leer la portada ni en entrar en la cocina? ¿Por qué le regalas un disco si hoy lo que se regalan son libros? ¿Y porque los últimos monólogos de Buenafuente, si te va a decir que los ve en directo todas las noches y ya se los sabe? …….y así hasta mil cosas más que pasan durante este día.
Hoy he leído que la tradición catalana ha traspasado las fronteras y ha recalado en una ciudad cercana a Washington, en la librería Kensington Row Bookshop. Hace cuatro años su propietaria, catalana ella, emprendió a pequeña escala la iniciativa de implantar la tradición del libro y la rosa en los EEUU. Bajo una pancarta de bienvenida en la que se lee “La Rambla” dos de las manzanas cercanas a su librería simularan un gran paseo repleto de puestos de libros, donde se exhibirán arte y productos típicos catalanes además de regalar rosas.
Esta señora, dice que “este es un día más que para vender libros, para dar a conocer esta increíble tradición literaria. "Ahora hay que intentar que otras comunidades estadounidenses conozcan esta festividad y empiecen a celebrarla en sus localidades". ¿Qué tradición la de vender no importa qué a quién?.
Si has tenido la suerte de pasar la mañana paseando por las principales calles, parándote de puesto en puesto ojeando libros que de otra forma no hubieses mirado, parecía como si el tiempo se hubiera ralentizado y los agobios de la gran ciudad se hubieran quedado petrificados por unas horas. Pero a medida que avanza el día y se acerca la hora en que los puestos de libros y rosas repliegan velas hasta el próximo año, parece como si la gente enloqueciera y hasta matara por conseguir un libro, el que sea, para cumplir con la costumbre del día.
¿Por qué regalarle un libro a tu padre si lo único que ha leído durante los últimos 20 años ha sido el libro de instrucciones del coche nuevo?, ¿y por qué regalarle “cocina para inútiles”, si ya sabes que ni siquiera se va a molestar en leer la portada ni en entrar en la cocina? ¿Por qué le regalas un disco si hoy lo que se regalan son libros? ¿Y porque los últimos monólogos de Buenafuente, si te va a decir que los ve en directo todas las noches y ya se los sabe? …….y así hasta mil cosas más que pasan durante este día.
Hoy he leído que la tradición catalana ha traspasado las fronteras y ha recalado en una ciudad cercana a Washington, en la librería Kensington Row Bookshop. Hace cuatro años su propietaria, catalana ella, emprendió a pequeña escala la iniciativa de implantar la tradición del libro y la rosa en los EEUU. Bajo una pancarta de bienvenida en la que se lee “La Rambla” dos de las manzanas cercanas a su librería simularan un gran paseo repleto de puestos de libros, donde se exhibirán arte y productos típicos catalanes además de regalar rosas.
Esta señora, dice que “este es un día más que para vender libros, para dar a conocer esta increíble tradición literaria. "Ahora hay que intentar que otras comunidades estadounidenses conozcan esta festividad y empiecen a celebrarla en sus localidades". ¿Qué tradición la de vender no importa qué a quién?.
Los libreros, los autores, las editoriales…. están en su pleno derecho de celebrar el día, pero que no nos hablen de tradiciones. Lo que quieren en este día es vender, vender, vender. Por eso a mí no me gusta Sant Jordi. El día, claro.
Marg
5 comentarios:
Estás en todo tu derecho de no gustarte el dia, pero peinsa que serían las empresas sin esos dias de festividades en los que cada uno con su rubro espera tener buenas ventas de acuerdo a la ocasión.
¿No habrá algun empresario catalán que quiera iniciar esa festividad en mi país, campeones leyendo periódicos amarillos y libros escritos por vedettes, transexuales y delincuentes contando sus anécdotas? Buena literatura nos falta. Abrazos.
Hola Escarlata. Tengo claro que son festividades totalmente comerciales. La pena es que toda la gente que ayer compraba libros sin ton ni son no lo hagan normalmente, o por lo menos se lean lo que han comprado.
Sobre lo del negocio en tu país, si tiene visos de generar dinero, no dudes que algún empresario catalán se apuntará al carro de los campeones leyendo bazofia.
Abrazo.
Yo agradezco el 10% de descuento que me han hecho en la FNAC por ser Sant Jordi,jeje.
Uy, pues yo que soy alcarreña me ha hecho mucha ilusión que un compañero de trabajo de Cataluña (al que no conozco, pero con el que hablo casi todos los días) me regalara una rosa, aunque fuera virtual..
Besos
Pues a mí me resulta importante que esa tradición se mantega, al menos para expresar de manera reivindicativa que el leer un libro será siempre bueno.
En esta sociedad de hoy en día tan modernizada y paradógicamente tan analfabeta la tradición de regalar un libro es saludable, por no decir lo de la rosa, donde ahí sí que estamos perdiendo ya casi todos los papeles. Y que conste que yo soy andaluz y aquí esa tradición no existe, al menos en día señalado.
Un abrazo, Marg.
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