lunes, 7 de abril de 2008

Desidia judicial

Lo que nadie podía imaginar es que la trágica muerte de la niña Mariluz iba a pasar a la historia del Poder Judicial como la gota que ha hecho derramar el cúmulo de irregularidades, errores, abandonos, desatención, incompetencia,…. que lo caracterizan y que, por fin, lo han dejado en evidencia ante la opinión pública.


Aunque dada la gravedad del caso, en el que se han aliado todas las fuerzas malignas bajo la ley de Murphy, el juez Tirado debe afrontar sus responsabilidades, tengo la sensación de que a este magistrado se le está utilizando como cabeza de turco, y se le quiere hacer pagar por todas las irregularidades que hay en la Justicia española con el único objetivo de que el pueblo calme su sed de venganza, o algo así.

Me parece a mí, que las irregularidades que han concurrido en este caso no son imputables a su persona sino consecuencia de las graves deficiencias del sistema y a la patética situación de la administración de Justicia. Pero puestos a expedientar, ¿no habría que mirar más arriba en el escalafón del poder?

De hecho, acabo de ver un informe que no hace más que evidenciar el atasco y la desorganización que existe en la Justicia española. A 31 de diciembre de 2007 más de 7.600 personas, seguían en libertad a pesar de que había una sentencia firme contra ellas para su ingreso en prisión, la mayoría de estas penas no se han ejecutado por dilación del proceso o por la huida del condenado, que al permanecer en libertad no tiene ningún problema para cambiar de domicilio, como hizo el asesino de Mariluz. Pero lo peor es que estas estadísticas pertenecen sólo a 4 juzgados penales, por lo que el número total en España, podría superar las 20.000 personas, que con condenas en firme de agresión por violencia machista, pederastia, o robo con violencia, están a la espera de la ejecución de su sentencia.

Lo triste de toda esta penosa historia es que la mala suerte se haya cebado en una niña de tan sólo cinco años. Por lo menos la espoleta de su muerte está revolviendo las entrañas de tanta desidia y al menos parece que resurge el debate y los buenos propósitos.

Ahora se va a revisar la situación de este tipo de delincuentes peligrosos y reincidentes, violadores, maltratadotes, asesinos,…. Porque parece que por fin, nuestros políticos, han comprendido que libres en la calle pueden matar como han hecho con Mariluz.

Esperemos que el tema no quede sólo en un bla, bla, bla y en castigar duramente a un juez y que mañana no tengamos que lamentar otra vez la muerte de un inocente causada por la desidia judicial.

Marg

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo diría que la esperpéntica situación de nuestra burocracia judicial se remonta a los tiempos de la UCD, y me temo que estas urgencias por solventarla durarán lo que dure la noticia de Mariluz en el candelero mediático.
Ayer mismo hablaba yo sobre esto en mi blog. Os invito a visitarlo y a opinar sobre el tema, que tiene chicha.

Anónimo dijo...

No creo mucho en promesas a toro pasado y despues de la tragedia de la muerte de MARILUZ, pero espero que algo cambie en la justicia, de verdad lo espero. Siempre es un placer visitar este blog uno sale de aqui un poco más informado.Saludos
anamorgana

Anónimo dijo...

Gracias anamorgana. Lo que es un placer es que vosotros aportéis vuestro granito de arena en la tertulia.

Un beso

Anónimo dijo...

puede ser una tontería, pero qué coraje me da llegar a cualquier organismo público, sobre todo si son ellos los que te citan, llegas con todos tus buenos modales, "buenos días", nadie te escucha, "el señor tal?" alguien, sin levantar la cabeza, responde:"desayunando", te sientas donde puedes, y esperas, tiempo, mucho tiempo, al cabo de una hora de espera empiezas a preocuparte por la salud de tan importante funcionario: "habrá reventado?" te preguntas alarmado, "cuánto llevaba este hombre sin comer?" te sigues preguntando.

cosas tontas, pero que son así, y luego, si la salida del "trabajo" es a las tres, a las dos y media ya está el tío o la tía quitados de enmedio. cosas tontas, ya digo, cosas sin importancia.

 

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