viernes, 11 de abril de 2008

La historia de las pequeñas cosas


Últimamente debo estar de suerte porque en cuestión de pocos meses he conocido a dos hombres muy interesantes, y a la vez, y a pesar de que a cada una de ellos lo he encontrado en una punta distinta de España, ambos tienen mucho en común, porque los dos decidieron apartarse de su rutinaria y estresante vida para ir en busca del encanto de las pequeñas cosas.

Mamel hasta hace poco más de un año vivía y trabaja con su padre millonario, hasta que a sus 45 años sintió en sus propias carnes que el dinero no era el principal motivo de felicidad, sino más bien al contrario. Así que un buen día, y llevado por su pasión por la fotografía, decidió comprarse una buena cámara y largarse a Vietnam. Volvió de Vietnam con miles de fotografías espectaculares, y con el propósito de comprobar si había hecho realmente lo correcto al dejar este mundo cómodo y también insulso que le rodeaba. Sólo le bastó una semana, en el que había sido su ambiente diario durante toda su vida, para darse cuenta de que su decisión era acertada y que debía volver a irse, otra vez en busca de la verdadera esencia de la cosas.

Ahora hace casi un mes que Mamel vive en el Tibet y dice que allí se queda, en principio para siempre, aunque volverá de vez en cuando para comer tortilla de patatas, jamoncito de jabugo y un buen tinto.

Algo parecido le ha pasado a Tote, ayer estuvo por aquí para arreglar algunos papeles y se vuelve el sábado a Senegal, a su acogedora casa en un punto perdido del mapa entre el desierto y la playa.
Tote fue uno de los publicitarios más cotizados y solicitados de nuestra ciudad, hasta que el poder del stress le nubló la mente y enfermó. Se tomó unas vacaciones y se fue a conocer Senegal, un sueño pendiente durante muchos años, y cuando volvió a España, lo hizo con el único objetivo de arreglar sus papeles e instalarse definitivamente en Africa, donde está intentando poner en marcha un pequeño y acogedor hotel que destila la esencia que allí ha descubierto.

Mamel y Tote hablan del tiempo que pasan con sus amigos, de tertulias al atardecer en el patio de una casa, de niños que todavía juegan a tirar piedras al río, de fiestas familiares para celebrar que ha salido el sol, de sueños, de aventura, de aprender…Y sólo cuando vuelven a España, muy de vez en cuando, se dan cuenta que nos estamos volviendo locos en este primer mundo que juega con nosotros a crearnos más y más dependencia de cosas absurdas.

Allí no hay pañales y los bebés huelen a limpio, allí no se utiliza el móvil ni Internet y la gente se comunica con mayor fluidez que en cualquier otro lugar, allí no hay miles de detergentes y las mujeres lucen los colores más brillantes e impresionantes que se han visto, allí se dejan las cosas sin interés y no se alquila, allí no hay cerraduras en las puertas y el que entra en tú casa es un amigo, allí no hay envidias porque si tienes más, compartes…..

Supongo que, como en todas partes, no todo será maravilloso y también habrá cosas por las que no envidiarles, pero lo cierto es que reconforta que alguien te recuerde lo vital que es apreciar las pequeñas cosas cuando parece que nos hemos vuelto tan ciegos y tan insensibles a ellas.

Valora lo que tienes, no más. Y escribe la historia de tus pequeñas cosas.

Buen fin de semana.


Marga

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué valientes, no? a veces daría lo que fuera por escapar de esta vida de locos que llevamos pero cuando entras en la rueda es tan difícil salir...valoro a estas personas.Son 2 historias bonitas, otros quizás no tienen tanta suerte en su viaje...

Anónimo dijo...

Gracias por recordarme por lo que debo dar gracias. bonitas historias, ojala todo fuera así.Besos
anamorgana

Anónimo dijo...

madre mía qué post!

gracias

Anónimo dijo...

Historias para contar, para respirar y para admirar. Hay que ser muy valiente para salir de esta burbuja en la que vivimos y buscar una vía más libre, no de escape.

Realmente, fascinante. Ojalá les vaya genial:)

un beso mujeres!

Anónimo dijo...

Es bueno que el ser humano encuentre su propia felicidad, aunque para ello hayan tenido que huir de algo. Sus miradas, tienen ahora un brillo especial.

Bsos a todos

Anónimo dijo...

Que envidia ser tan valiente. Tienes suerte de conocer gente así. Deben enriquecerte mucho

Anónimo dijo...

Que envidia ser tan valiente. Tienes suerte de conocer gente así. Deben enriquecerte mucho

Anónimo dijo...

El verdadero sentido de la vida es ser feliz con lo que uno realiza. El dinero no lo es todo: si eres infeliz ganandolo, pues uno se pierde de mucho. Abrazos...

Anónimo dijo...

Yo hace tiempo que quiero hacer lo mismo. Solo hay una cosa que me lo impide....mis hijos. Pero es mi gran sueño. Me gustaria tener la oportunidad de hablar con ellos, especialmente con Toti porque creo que hemos llegado a la misma conclusión. Espero poder coincidir con el algun dia.

 

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