Pixing, o el derecho a orinar en la calle. Publicado por Mujeres

Hace ya tiempo que se dice que Barcelona es la ciudad más sucia de Europa, y quizá influya en ese “honor” el hecho de que la capital catalana, a diferencia de otras ciudades europeas, tiene una carencia importante de lavabos públicos en sus calles, y en los pocos que hay no es nada aconsejable entrar, por mucha necesidad que tengas.

A lo mejor es verdad que los que vivimos aquí ya nos hemos acostumbrado a ese pequeño inconveniente de la ciudad y, cuando nos da el apretón, entramos disimuladamente en un bar o en el mejor de los casos pedimos un café como excusa, nos acercamos a la estación de tren más próxima o pasamos por el Corte Inglés, que siempre te acoge con los brazos abiertos.

También es cierto que aunque los humanos, porque lo de los chuchos es historia para otro post, tenemos prohibido orinar en la calle bajo multas de hasta 180 Euros, en las noches de la ciudad condal, el exceso de birras y de copas no perdona ni al más pintado, y pueden verse manadas incontables de machos rociando con sus orines paredes, árboles y hasta cajeros automáticos. Pero el Ayuntamiento sigue en sus trece y prefiere poner multas, que al final es dinerito contante y sonante, que invertir un poco en civismo e instalar unos cuantos lavabos públicos en las zonas más transitadas de la ciudad, algo parecido a lo que pasa con los contenedores para separar y reciclar la basura.

El caso es que ante la actitud del Ayuntamiento, que hace oídos sordos a la guarrería en que vive Barcelona, un colectivo de mujeres de esta ciudad, que se esconden bajo el nombre de Subcity, reclaman el derecho a orinar libremente en la calle, como hacen ellos. La campaña de las doñas se hace llamar Pixing y va acompañada de un mapa con los espacios que sus impulsoras entienden que reúnen buenas condiciones para miccionar al aire libre, en total 14 lugares marcados con una estrella roja que se supone ofrecen una cierta seguridad para orinar discretamente. Claro que desde que se ha conocido la noticia lo de discretamente va a ser que no, porque ahora pueden convertirse en lugares de culto para ver a las hembras con las faldas remangadas, haciendo acrobacias para aliviarse.

Si la iniciativa del Pixing me parece deprimente, peor se pone el tema cuando dicen que, además de protestar por la "inmundicia de los poquísimos y remotos lavabos públicos que hay en la ciudad”, Pixing es una manera de “contribuir a la lucha feminista, centrándose en las formas cotidianas de sexismo a las que todas las mujeres somos expuestas día a día. Hacer pis en la calle, además de estar generalmente desaprobado por las autoridades, quienes penalizan el acto sin dar soluciones, está doblemente prohibido para las mujeres. ¿Por qué los hombres lo hacen tan orgullosamente mientras para nosotras es un símbolo de vergüenza?", se trata de una lucha feminista de género”.

Está claro que el que no se anuncia no vende y que si no lloras no mamas, pero ¿es necesario llegar a este tipo de mamarrachadas para conseguir algo? Y, peor aún, ¿hay que hacerlo anónimamente y desde el integrismo feminista?

En el fondo, creo que es una cuestión cultural. Sólo hay que visitar otras ciudades para darse cuenta que en las calles no hay lavabos públicos, ni contenedores y a veces ni papeleras, y sin embargo son lugares sin basuras junto a los containers, sin papeles en el suelo y sin meadas o cagadas de humanos y perros por todas las esquinas o gente escupiendo gargajos tamaño king size.

Lo peor de todo es que iniciativas así no ayudan mucho a recuperar la imagen perdida de Barcelona como ciudad moderna y cosmopolita, y sí contribuyen a seguir ostentando el título de “la más guarra” (con perdón).

Marg