El artículo en cuestión va sobre los besos, los que nos damos y los que dejamos de dar, cómo besamos, cuánto y todos esos detalles estadísticos que tanto se usan para ilustrar un artículo.
Yo, que soy más fan del abrazo que del beso (dejando de lado el beso amoroso tipo el de la foto), me quedo con unas cosillas que me han llamado la atención. De entrada, que el deseo de besar tiene hasta nombre: filemamania. Ahí es nada.
Primero, que dicen que pasamos dos semanas de nuestra vida besándonos. No mujer, no que sólo nos besaremos esas dos semanas si no que si juntaramos todos los momentos “beso” pues serían dos semanas. A mi me parece escaso, ¿no?, y es que la gente ahora, según los expertos, se besa menos porque va con más prisas y eso que si te empleas a fondo en un beso de tornillo que dure tres minutos estás quemando 15 calorías y moviendo nada menos que 30 músculos faciales (ríete del colágeno).
Segundo, queda demostrado científicamente que en esto también somos diferentes los hombres y las mujeres. El matiz de romanticismo que le damos al beso las mujeres, hasta el punto de rechazar a alguien que no nos gusta como nos come la boca, nada tiene que ver con el de los hombres: puro trámite para llegar al fondo de la cuestión.
Tercero, la química existe. Sí querida, al parecer nuestro organismo en esto de las relaciones se pasa el tiempo desprendiendo hormonas y enviando señales al espacio. Y, claro está, en el momento del beso también. Así nos cuentan que el cerebro es adicto a la oxitocina, que se produce cada vez que nos besamos y nos provoca una especie de adicción a la misma (supongo que hablamos de los BESOS, no de cualquier tipo de beso, no?)
Esta hormona influye en funciones básicas como el enamoramiento, orgasmo etc. y, según un estudio de la Universidad de Viena, cuando cerramos los ojos y fundimos nuestros labios con nuestra pareja en un abrazo apasionado, las pulsaciones cardiacas suben de 60 hasta 130 por minuto, se libera adrenalina, baja la tasa de colesterol y al intercambiarse bacterias, se refuerza el sistema inmunitario. Vaya, mucho mejor que un cóctel vitamínico para hacer frente al invierno.
En fin, yo añadiría lo de la cultura del beso que también puntúa. Mira si no lo de “te comería a besos”, las teorías de los tipos de besos (de amigo, de amante, de marido, de madre, de Judas…) y los besos de película.
Resumiendo querida. Que me parece fantástico que se haga una oda al beso ya que cualquier demostración afectiva que rescatemos de esta forma de vida tan acelerada y fría es bienvenida.
Así que, para respaldar la iniciativa, ahí te dejo un besazo virtual. De los de 15 calorías o más.
Merx